el llamado «remedio» sinodal, al que muchos atribuyen la capacidad de «remediar todos los males de la Iglesia», el profesor Fantappiè sugiere tres «precauciones de uso»:
el primero es restablecer para la sinodalidad «límites precisos en el marco de su implementación»;
el segundo sería «evitar la confusión entre sinodalidad y democratización».
La tercera precaución, la más indispensable de todas: «impedir que la nueva sinodalidad modifique los equilibrios de la constitución divina de la Iglesia».
Y explica: «Aunque solo sea apoyada por minorías dentro de la Iglesia, no se debe subestimar el peligro que resulta de una visión desacralizadora de la Iglesia que más o menos conscientemente querría modelarse sobre una comunidad democrática plenamente inserta en el contexto de las formas modernas del gobierno representativo.
«Es por esta razón que los proponentes de tal visión de la sinodalidad tienden a cuestionar la estructura jerárquica y clerical, a reducir el papel de la doctrina de la fe y del derecho divino, a descuidar la centralidad de la Eucaristía y a diseñar la organización eclesial sobre el modelo congregacional (una Iglesia de Iglesias). -Se comprende mejor aquí la saña y aversión de la Roma actual contra un supuesto «clericalismo» y su tenaz deseo de promover una pastoral misericordiosa y no dogmática
Metamorfosis de la Sinodalidad. De Vaticano II al Papa Francisco], Marcianum Press, febrero de 2023.
