Proceso sinodal



Mientras se prepara activamente el Sínodo sobre la Sinodalidad que se celebrará en Roma el próximo octubre, el canonista Carlo Fantappiè muestra los peligros de tal andanza. La primera parte de este artículo presentó el diagnóstico y los posibles remedios. Esta segunda parte presenta un ejemplo histórico de un intento similar que debería hacernos reflexionar

Según el cardenal Willem Eijk, arzobispo de Utrecht, en una entrevista con el National Catholic Register, la decadencia de la Iglesia en los Países Bajos se remonta a los acontecimientos de mediados de los años 60 y 70, con el efecto inmediato de que en apenas una década, entre 1965 y 1975, la asistencia a la iglesia se redujo a la mitad.

Esta dramática tendencia ha continuado de manera constante hasta el día de hoy, aunque de manera menos drástica que durante la primera década. Estos casi 60 años de constante erosión de la fe han llevado al cardenal Eijk a la conclusión de que «Cristo se ha convertido en una figura prácticamente desconocida para la mayoría de los holandeses de hoy».

Y aclara: «En la segunda mitad de la década de 1960, un numeroso grupo de jóvenes, ahora abuelos, decidieron no ir más a la iglesia los domingos. Transmitieron muy poco, o nada, la fe en Cristo a sus hijos, y menos aún a sus nietos. Los católicos de edad avanzada se están muriendo y los jóvenes católicos, en la mayoría de los casos, ya no bautizan a sus hijos».

Ante este colapso, algunos estudiosos de la Iglesia de Holanda argumentan que la profunda crisis de fe en el país no puede entenderse sin tener en cuenta lo que se conoce como el Consejo Pastoral, un gran evento que tuvo lugar entre 1966 y 1970 en Noordwijkerhout, una ciudad al oeste de los Países Bajos.

Uno de ellos es monseñor Paul Hamans, teólogo e historiador de la Iglesia, autor de varias publicaciones sobre el tema, entre ellas Het Pastoraal Concilie van de Nederlandse kerkprovincie (1966-1970) [El Consejo Pastoral de la Provincia Eclesiástica Holandesa 1966-1970].

Monseñor Hamans explica que a su regreso de Roma, «después de la conclusión del Concilio Vaticano II, los obispos holandeses confiaron al Instituto Pastoral de la Provincia Eclesiástica Holandesa, conocido por su acrónimo holandés PINK, la tarea de coordinar la implementación de la decisiones del Concilio.

«A su vez, PINK inició lo que llamó un Consejo Pastoral, que consistió en una serie de reuniones y consultas públicas en las que participaron teólogos y otros expertos laicos de diferentes orígenes, durante las cuales se presentaron diversas propuestas heterodoxas para una renovación de la fe católica».

«PINK y algunos teólogos creían que Vaticano II había cortado lazos con la Iglesia del pasado», declaró monseñor Hamans al National Catholic Register. «Se sintieron llamados a crear la Iglesia del futuro interpretando los ‘signos de los tiempos’, en lugar de tomar la Revelación como punto de partida. Las ciencias humanas, especialmente la sociología y la psicología, permitirían captar el pensamiento de las personas y la forma en que debería ser la Iglesia en el futuro».

La propuesta más destacada del Consejo Pastoral fue la abolición del celibato del clero, propuesta que iba directamente en contra del Concilio Vaticano II, que había decidido mantenerlo. Los obispos fueron presionados.

«El cardenal Bernardus Johannes Alfrink [arzobispo de Utrecht de 1955 a 1975] fue enviado a Roma para llegar a un acuerdo con el Vaticano sobre la abolición del celibato de los sacerdotes en los Países Bajos», continúa monseñor Hamans, agregando que el Papa Pablo VI rechazó públicamente esta solicitud dos veces: «Alfrink no fue recibido por el Papa hasta julio de 1970, y primero tuvo que declarar que no propugnaba la abolición del celibato».

Según monseñor Hamans, «esta fallida iniciativa holandesa fue el resultado de una mala interpretación de la noción de colegialidad episcopal promovida por Vaticano II, interpretada como una forma de proceso democrático y participativo que no tomaba en cuenta el lugar específico del Papa como el centro de la unidad de la Iglesia» –¿Se trataba solamente de una mala hermenéutica del Concilio?

En su opinión, «los obispos confiaron su misión a personas que querían crear una Iglesia distinta en los Países Bajos e iniciaron la reforma ellos mismos, sin consultar al centro de la Iglesia, es decir, al Papa y a la curia romana, aunque esta última había comenzado a consultar al episcopado mundial para involucrarlo en la continuación de la Iglesia después del Concilio Vaticano II. –Cierto, pero este ir y venir entre Roma y los obispos muestra la ambigüedad de la noción de colegialidad en los textos conciliares y su aplicación.

Sacerdote de la diócesis de Den Bosch, el Padre Elias Leyds, declaró al National Catholic Register que «esta iniciativa [contra el celibato sacerdotal] –llevada a cabo junto con la publicación en 1966 de un nuevo catecismo holandés, que tuvo que ser corregido por el Vaticano, creó confusión entre los fieles, haciendo que algunos de ellos desconfiaran de su fe y suscitando falsas esperanzas entre quienes esperaban grandes cambios en la doctrina de la Iglesia y que, desilusionados, finalmente abandonaron la fe».

El Padre Leyds lamenta que el Consejo Pastoral, al que considera directamente implicado en el grave colapso de la fe en su país, sirva de modelo para otras controvertidas iniciativas de la Iglesia, entre ellas recientemente el Camino Sinodal en Alemania y el documento litúrgico de los obispos de Flandes sobre la bendición de las parejas del mismo sexo [20 de septiembre de 2022].

Según él, los promotores de estas iniciativas y, en menor medida, algunos de los participantes locales en el Sínodo sobre la Sinodalidad, están cometiendo el error de no aprender las lecciones correctas del pasado. «Lo que sucedió en Holanda en la década de 1960 mostró a dónde podría conducir este deseo de emanciparse de Roma en cuestiones doctrinales», advierte el Padre Leyds.

«Hoy, parece haber una sobrepuja entre ciertos países que quieren estar a la vanguardia de la reforma de la Iglesia católica, pero debemos ser conscientes de que esto solo puede conducir al fracaso en todas partes, especialmente porque las personas cuya fe no era suficientemente fuerte se han marchado y no volverán mientras se les ofrezca una religión despojada de su esencia», concluye. «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!» (Mt 11, 15)

Metamorfosis de la Sinodalidad. De Vaticano II al Papa Francisco], Marcianum Press, febrero de 2023

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Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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