La Masonería nacía secreta pero también fuertemente jerarquizada en grados de iniciación, sometidos en última instancia a la autoridad de un gran maestro, elegido en la festividad de San Juan Bautista o de Verano perteneciente con frecuencia a la familia real inglesa, incluyendo al Principe de Gales, que lo fue entre 1792 y 1812. Uno de aquellos iniciales regidores, George Payne, encargó la creación del primer reglamento masónico a un clérigo presbiteriano, James Anderson, que redactó, con un grupo de asesores, las Constituciones que llevan su nombre, en 1723.23 Están dedicadas al anterior gran maestro, duque de Montagu, y supuestamente recogen información contenida en los <viejos archivos>, compilada y encuadrada en la Historia gracias al gran esfuerzo – de imaginación, cabría añadir — realizado por Anderson. Así lo afirmaba el autor de la dedicatoria, el pastor anglicano de origen hugonote Jean Théophile Désaguliers, gran maestro adjunto de la Logia de Londres, que también colaboró en la creación de la leyenda masónica. Según esa versión, la propia de la actual Masonería, esos conocimientos ocultos provienen de la anterior; una Masonería medieval u operativa que se remontaría a los gremios de albañiles de donde procede la palabra masón (magori) o francmasón. Esta última denominación no añade nada a la anterior, sino que viene a subrayar la libertad de aquellos «ancestros», constructores y albañiles, libres o francos> por la licencia de que gozaban para moverse dentro de uno o más reinos. En cualquier caso, de las antiguas fraternidades y sus escritos, aquellos clérigos ingleses borraron todo rastro de Cristianismo, utilizando leyendas anteriores de origen medieval como el Manuscrito Cooke, conservado en el Museo Británico, de las que eliminaron toda mención a Jesucristo. <Después del establecimiento de la Gran Logia, las Constituciones de Anderson en 1723 excluyen completa y enteramente toda alusión o referencia a Cristo y a su Iglesia… La intención clara de los trabajos masónicos era suministrar un sistema simbólico y alegórico para la formación del carácter y la moralidad que se basaba en modelos paganos que no puedan chocar y puedan constituir la base de la creencia en cualquier religión de prestigio>
Así explicaba el primer paso de su evolución anticristiana el <primer analista crítico de la Masonería, como le lamó Ricardo de la Cierva, Walton Hannah. Partiendo de ahí puede empezarse a explicar en qué consiste la religión masónica, supuestamente inexistente según la Masonería. Algo que el iniciado irá descubriendo en su larga ascensión de la pirámide, aunque desde el principio se le vayan inculcando las creencias de la <hermandad>: toda logia tiene dos Vigilantes, el Primero y el Segundo, sometidos a la autoridad de un Venerable Maestro; superados esos primeros grados, los <azules>, podrá traspasar el <Arco Real>, y con la mirada más clara, o más confusa, según se mire, enfrentarse a los 30, 86 u 89 que le aguardan, según el ritual observado en su Obediencia;, el Escocés Antiguo y Aceptado (REAA), el de Misraím Egipto en hebreo , o el de Memphis u Oriental; por citar solamente tres. En uno de ellos, el 29 del REAA, se dice al candidato: <Creed firmemente que lo aprendido hasta hoy es nada en comparación con los secretos que se os revelarán si sois Electo y si no os hacéis indigno>.
IGLESIA Y MASONERÍA. LAS DOS CIUDADES. Alberto Bárcena
DARKNESS VISIBLE. A Revelation and Interpretation of Freemasonry WALTON HANNAH
