En 1785 se constituyó en Nueva York la Logia Colombia de la Orden de los Illuminati, de la que procede la Gran Logia Rockefeller, que perpetúa el designio de su fundador, un mundialismo en el sentido que Weishaupt propugnaba: Es preciso establecer un régimen de dominación universal, una forma de gobierno que se extienda por todo el planeta.Es preciso conjuntar una legión de hombres infatigables en torno a las potencias de la Tierra, para que extiendan por todas partes su labor siguiendo el plan de la Orden.
A saber, la desaparición de las soberanías nacionales a favor del proyecto Iluminati; un Nuevo Orden Mundial en el más profundo sentido del término: la transformación del paradigma humano, destruyendo cualquier resto de la herencia cristiana, desde un poder monocrático.
La Gran Logia Rockefeller, apoyo fundamental de las organizaciones pantalla de la Masonería, es <una orden secreta del iluminismo, de signo luciferino, con sede central en Nueva York […] muy cerca del Rockefeller Center con la figura del mítico Prometeo en el suelo en actitud de rebeldía un tanto orgiástica contra Zeus, el dios supremo del panteón griego, y símbolo de la irreligiosidad en cualquier época. En lo alto del rascacielos Tishman, de 116 metros de altura, figuraba el 666 de brillante color rojo de día, iluminado de noche. Este número fue retirado en 1992, pero el edificio es ahora el «666 Quinta Avenida». Su rito pretende otorgar una luz superior a la masónica>. La de Lucifer, huelga decirlo. Pero si este es diferente de Satanás, como la Masonería pretende, cabe preguntarse qué pintaba el número de la Bestia en ese rascacielos. Y también el por qué dicha Gran Logia solo admite a masones que hayan alcanzado los grados superiores en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado; es decir a los que ya han adorado a Baphomet. Aparte de exigirles una relevancia especial en el mundo de la política, las finanzas o la cultura.
El proyecto de Weishaupt, el fundador de esa orden luciferina, se va logrando de esta manera. Su núcleo interno <está formado por los luciferianos, que adoran a Baphomet (Lucifer) como único Dios verdadero, aunque al final lo suplante el individuo, el iniciado>; la culminación del proceso iniciático al que se referían Rodríguez Zapatero y el ex masón Abad-Gallardo: la adoración del hombre; el hombre como único dios y dueño de sí mismo, de su medio y de su destino>. Lucifer ha sido su compañero de viaje; quien finalmente lo sube al pedestal donde debe ser adorado; el pecado original; nada nuevo. Por otra parte, aunque se haya cuestionado, los Illuminati pertenecen a la Masonería. Incuestionablemente: se estructuran en 13 grados; seis de ellos son los principales del REAA. Puede matizarse que están enmarcados en la Masonería irregular, al no asumir los landmarks de la regular, pero pertenecen a la misma secta condenada una y otra vez por la Iglesia, en todas sus ramificaciones. Y tal condena, llegando a este punto, no puede extrañamos.
No exageraba Pío VIII cuando, como vimos, condenaba a la Masonería llamándola <Secta satánica que tiene […] como Dios al demonio>. Ni hablaba en sentido figurado; tan solo expresaba una realidad. Frecuentemente oculta, disfrazada o agazapada detrás de los más vistosos ropajes, incluso para una buena parte de los que militan en las filas masónicas, pero realidad al cabo. Terminaré este apartado citando a uno de los mayores expertos españoles en esta cuestión: Ricardo de la Cierva. En el último libro que dedicó a la Masonería habló con más claridad que nunca: Ciertos autores masónicos elogian a Lucifer. Esto no termina con tal afirmación. Se extiende al campo simbólico también. Es importante subrayar que no todos los masones rinden culto a Lucifer, solamente el cinco por ciento que hay en la cumbre de la Masonería. Mucha gente todavía no ha entendido la importancia de estudiar este asunto hasta su conclusión lógica. [..] la Masonería superior deliberadamente miente a la Masonería de segunda clase para que sean desviados. La explicación que se da al 95 por ciento de todos los masones es falsa [..] por supuesto que ese cinco por ciento de masones superiores llama a Jesucristo Dios inferior y nunca le mencionan en sus enseñanzas. [..] Ellos rinden culto a Lucifer lamándole portador de la Luz. Lucifer y Satanás son desde el punto de vista bíblico el mismo individuo.
En sus últimos años de vida, de la Cierva iba a lo esencial: los misterios más recónditos de la Masonería; lo que había insinuado antes lo decía en esta última obra abiertamente. Pero siguen quedando algunas preguntas sin respuesta. Como el porcentaje real de masones <superiores> que engaña al resto. Creo que superan con creces ese cinco por ciento. Y en relación con ellos, los engañados, ¿hasta qué punto lo son o quieren serlo? Todo lo que hemos visto hasta aquí bastaría para preguntarse, en caso de rechazar el culto satánico, cómo pueden aceptar someterse a esas prácticas y rituales.
Cuando le conocí, en el Club Financiero, Tom Sarobe estaba acompañado por otro masón que se declaraba católico practicante; es más, tomó la palabra solamente para decir que el día anterior le habían impuesto la ceniza con la que se inicia la Cuaresma. Causó general sorpresa, comprensiblemente, aunque no explicó qué significado tenía para él esa práctica cristiana. Pero tales actitudes, aunque a priori incomprensibles, pueden explicarse desde la imposición del dogma relativista al que me he venido refiriendo en este capítulo; la gran conquista masónica. Meses más tarde, el mismo Foro de Madrid, cuyo presidente, al menos en privado, se reconocía católico, organizaba un coloquio similar en el que tenía la palabra la Masonería y me invitaba a asistir nuevamente. Como si aquel primero no hubiera resultado suficientemente esclarecedor. Curiosamente, Sarobe, en esta ocasión empezaba anunciando que más que hablar de lo que era, hablaría de lo que no era la Masonería… Aunque no asistí, parecía estar respondiéndome, pero ya por el modo de introducir el tema se podía comprender cuán poco clarificadora sería su exposición. Confusión y relativismo, dos victorias masónicas, largamente trabajadas, están ya muy presentes en la sociedad española. Tanto como en el resto de Occidente.
Manuel Guerra, La trama masónica, p. 296
*Para la Gran Logia Rockefeller, ver el Diccionario Enciclopédico de las Sectas, de Manuel Guerra, Ed.
Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), p. 816 (4a edición).
Pio VIII, Carta Encíclica Traditi humilitati nostrae, 1829
Ricardo de la Cierva y Hoces (1926-2015), catedrático de Historia en las Universidades de Granada y Alcalá de Henares; diputado a Cortes por Murcia y senador por la misma región, ministro de Cultura en 1980, con Adolfo Suárez; uno de los mayores expertos en Masonería de España; autor de varias obras indispensables sobre el tema
Ricardo de la Cierva, Masonería, Satanismo y Exorcismo, pp. 82- 84.
IGLESIA Y MASONERÍA. LAS DOS CIUDADES. Alberto BárcenaPrometeo, maestro en todas las artes, trajo el fuego que ha demostrado ser un medio para los mortales para fines poderosos
En 1785 se constituyó en Nueva York la Logia Colombia de la Orden de los Illuminati, de la que procede la Gran Logia Rockefeller, que perpetúa el designio de su fundador, un mundialismo en el sentido que Weishaupt propugnaba: Es preciso establecer un régimen de dominación universal, una forma de gobierno que se extienda por todo el planeta.Es preciso conjuntar una legión de hombres infatigables en torno a las potencias de la Tierra, para que extiendan por todas partes su labor siguiendo el plan de la Orden.
A saber, la desaparición de las soberanías nacionales a favor del proyecto Iluminati; un Nuevo Orden Mundial en el más profundo sentido del término: la transformación del paradigma humano, destruyendo cualquier resto de la herencia cristiana, desde un poder monocrático.
La Gran Logia Rockefeller, apoyo fundamental de las organizaciones pantalla de la Masonería, es <una orden secreta del iluminismo, de signo luciferino, con sede central en Nueva York […] muy cerca del Rockefeller Center con la figura del mítico Prometeo en el suelo en actitud de rebeldía un tanto orgiástica contra Zeus, el dios supremo del panteón griego, y símbolo de la irreligiosidad en cualquier época. En lo alto del rascacielos Tishman, de 116 metros de altura, figuraba el 666 de brillante color rojo de día, iluminado de noche. Este número fue retirado en 1992, pero el edificio es ahora el «666 Quinta Avenida». Su rito pretende otorgar una luz superior a la masónica>. La de Lucifer, huelga decirlo. Pero si este es diferente de Satanás, como la Masonería pretende, cabe preguntarse qué pintaba el número de la Bestia en ese rascacielos. Y también el por qué dicha Gran Logia solo admite a masones que hayan alcanzado los grados superiores en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado; es decir a los que ya han adorado a Baphomet. Aparte de exigirles una relevancia especial en el mundo de la política, las finanzas o la cultura.
El proyecto de Weishaupt, el fundador de esa orden luciferina, se va logrando de esta manera. Su núcleo interno <está formado por los luciferianos, que adoran a Baphomet (Lucifer) como único Dios verdadero, aunque al final lo suplante el individuo, el iniciado>; la culminación del proceso iniciático al que se referían Rodríguez Zapatero y el ex masón Abad-Gallardo: la adoración del hombre; el hombre como único dios y dueño de sí mismo, de su medio y de su destino>. Lucifer ha sido su compañero de viaje; quien finalmente lo sube al pedestal donde debe ser adorado; el pecado original; nada nuevo. Por otra parte, aunque se haya cuestionado, los Illuminati pertenecen a la Masonería. Incuestionablemente: se estructuran en 13 grados; seis de ellos son los principales del REAA. Puede matizarse que están enmarcados en la Masonería irregular, al no asumir los landmarks de la regular, pero pertenecen a la misma secta condenada una y otra vez por la Iglesia, en todas sus ramificaciones. Y tal condena, llegando a este punto, no puede extrañamos.
No exageraba Pío VIII cuando, como vimos, condenaba a la Masonería llamándola <Secta satánica que tiene […] como Dios al demonio>. Ni hablaba en sentido figurado; tan solo expresaba una realidad. Frecuentemente oculta, disfrazada o agazapada detrás de los más vistosos ropajes, incluso para una buena parte de los que militan en las filas masónicas, pero realidad al cabo. Terminaré este apartado citando a uno de los mayores expertos españoles en esta cuestión: Ricardo de la Cierva. En el último libro que dedicó a la Masonería habló con más claridad que nunca: Ciertos autores masónicos elogian a Lucifer. Esto no termina con tal afirmación. Se extiende al campo simbólico también. Es importante subrayar que no todos los masones rinden culto a Lucifer, solamente el cinco por ciento que hay en la cumbre de la Masonería. Mucha gente todavía no ha entendido la importancia de estudiar este asunto hasta su conclusión lógica. [..] la Masonería superior deliberadamente miente a la Masonería de segunda clase para que sean desviados. La explicación que se da al 95 por ciento de todos los masones es falsa [..] por supuesto que ese cinco por ciento de masones superiores llama a Jesucristo Dios inferior y nunca le mencionan en sus enseñanzas. [..] Ellos rinden culto a Lucifer lamándole portador de la Luz. Lucifer y Satanás son desde el punto de vista bíblico el mismo individuo.
En sus últimos años de vida, de la Cierva iba a lo esencial: los misterios más recónditos de la Masonería; lo que había insinuado antes lo decía en esta última obra abiertamente. Pero siguen quedando algunas preguntas sin respuesta. Como el porcentaje real de masones <superiores> que engaña al resto. Creo que superan con creces ese cinco por ciento. Y en relación con ellos, los engañados, ¿hasta qué punto lo son o quieren serlo? Todo lo que hemos visto hasta aquí bastaría para preguntarse, en caso de rechazar el culto satánico, cómo pueden aceptar someterse a esas prácticas y rituales.
Cuando le conocí, en el Club Financiero, Tom Sarobe estaba acompañado por otro masón que se declaraba católico practicante; es más, tomó la palabra solamente para decir que el día anterior le habían impuesto la ceniza con la que se inicia la Cuaresma. Causó general sorpresa, comprensiblemente, aunque no explicó qué significado tenía para él esa práctica cristiana. Pero tales actitudes, aunque a priori incomprensibles, pueden explicarse desde la imposición del dogma relativista al que me he venido refiriendo en este capítulo; la gran conquista masónica. Meses más tarde, el mismo Foro de Madrid, cuyo presidente, al menos en privado, se reconocía católico, organizaba un coloquio similar en el que tenía la palabra la Masonería y me invitaba a asistir nuevamente. Como si aquel primero no hubiera resultado suficientemente esclarecedor. Curiosamente, Sarobe, en esta ocasión empezaba anunciando que más que hablar de lo que era, hablaría de lo que no era la Masonería… Aunque no asistí, parecía estar respondiéndome, pero ya por el modo de introducir el tema se podía comprender cuán poco clarificadora sería su exposición. Confusión y relativismo, dos victorias masónicas, largamente trabajadas, están ya muy presentes en la sociedad española. Tanto como en el resto de Occidente.
Manuel Guerra, La trama masónica, p. 296
*Para la Gran Logia Rockefeller, ver el Diccionario Enciclopédico de las Sectas, de Manuel Guerra, Ed.
Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), p. 816 (4a edición).
Pio VIII, Carta Encíclica Traditi humilitati nostrae, 1829
Ricardo de la Cierva y Hoces (1926-2015), catedrático de Historia en las Universidades de Granada y Alcalá de Henares; diputado a Cortes por Murcia y senador por la misma región, ministro de Cultura en 1980, con Adolfo Suárez; uno de los mayores expertos en Masonería de España; autor de varias obras indispensables sobre el tema
Ricardo de la Cierva, Masonería, Satanismo y Exorcismo, pp. 82- 84.
IGLESIA Y MASONERÍA. LAS DOS CIUDADES. Alberto Bárcena
