¿Cuáles eran los puntos cardinales de la doctrina del Sillon, compartidos con otros grupos demócrata cristianos?
Democracia religiosa. Encontramos en el Sillon una característica que después se repetirá en muchas expresiones del progresismo católico hasta nuestros días: un sentimentalismo exacerbado, que fácilmente provocaba antipatía contra las jerarquías, inspirada por la falsa idea de que las diferencias necesariamente causan sufrimiento en el inferior y son, en consecuencia, opuestas a la dignidad humana. «;Nosotros somos igualitarios!», proclamaba Sangnier. Los militantes del Sillon si llamaban «compañeros». Al interior del movimiento había una paridad absoluta. En la imprenta, el «compañero barrendero» era igual al «compañero redactor»
El democratismo igualitario del Sillon acababa incidiendo también en un plano fundamental, donde la jerarquía deberia ser de primera evidencia: las relaciones del hombre con la divinidad, Eludiendo la concepción de Dios como un Ser trascendente al cual el hombre debe obediencia y veneración, Sillon prefería hablar de Dios como «una vida democráticamente participada» por los hombres
Consecuencia del democratismo igualitario era también una posición ecuménica frente a las otras religiones. Nada más lógico. Afirmar que la católica es la única religión verdadera establece una jerarquia que hiere la dignidad humana de quien no es católico
Democracia social y política. El democratismo igualitario del Sillon tocaba también el orden temporal. El movimiento de Sangnier pretendia atenuar y donde fuese posible, abolir toda disparidad entre gobernantes y gobernados La monarquía y la aristocracia eran proscritas como regímenes esencialmente perversos porque jerárquicos. Ni siquiera la democracia representativa sería suficientemente «democrática». Se proponía, al contrario, un tipo de democracia directa o participativa, con la partición del poder del Estado en miriadas de pequeñas realidades locales «La división de los hombres en clases es una concepción antigua – declaraba el líder sillonista M. Gemahling – Debemos hacer saltar por los aires este sistema de clases sociales». Según el Sillon, con el progreso de la «conciencia democrática» entre los ciudadanos, el Estado habría perdido su razón de ser. «En nuestra concepción democrática -explicaba Georges Hoog, estrecho colaborador de Sangnier el Estado no debería existir de modo independiente, más deberia ser absorbido por las libres asociaciones de los ciudadanos, los verdaderos vehículos del interés común» Asomaba así la utopía de la disolución del Estado, como exigencia radical de la democracia participativa. Oigamos a Sangnier: «A nuestro juicio, el Estado moderno no es perenne. En la medida en que se desarrolle el valor de cada ciudadano, la acción coercitiva del Estado se vuelve cada vez menos necesaria. (…) Aumentando la conciencia y el sentido de responsabilidad cívica de un número siempre creciente de ciudadanos, la democracia tenderá también a trasformar los instrumentos de gobierno, las leyes, cada vez menos necesarias en una sociedad cada vez más perfecto Al final, la ley se volverá perfectamente inútil»
Democracia económica. De la democracia social y política, Sillon pasaba naturalmente a la económica, esto es, al socialismo. Denunciadas las desigualdades sociales como intrínsecamente ofensivas la fraternidad, ¿habría podido Sillon aceptar las económicas? Sillon veia en las relaciones entre patrones y trabajadores una imagen residual de las relaciones entre rey y súbdito. «El pasaje del régimen patronal al cooperativo según Sangnier exige un desarrollo de la conciencia y de la responsabilidad similar al del pasaje de la monarquía a la república»‘, Destronado el rey en la sociedad, Sillon pretendía destronarlo también en la empresa. Dice Sangnier: «Queremos desarrollar entre los obreros una conciencia y una energía vitaltales que puedan asumir el poder hasta ahora tenido por una casta cerrada. (…) El sistema salarial tenderá a desaparecer». Según Sillon, el camino hacia la democracia económica pasa a través de la reforma de la propiedad privada. Sillon rechazaba el socialismo estatista, acercándose más bien al lamado socialismo autogestionarios, Con la gradual desaparición de la propiedad privada, sustituida por tipos de propiedad comunitaria también la gestión de la empresa pasaria de los propietarios a las asambleas de trabajadores. Este sistema era presentado por el Sillon como consecuencia socio económica de la soberania popular en el campo político: «La propiedad común deberá difundirse, las grandes empresas deberán ser gestionadas por la comunidad de los trabajadores».
Democracia internacional. El Estado es constituido por un pueblo independiente que ejerce pleno dominio sobre un territorio. La soberanía es, por lo tanto, el equivalente de la propiedad en el derecho público. Admitida la idea de pueblo, con características que lo diferencian de los otros, y la idea de soberanía, nos encontramos necesariamente ante desigualdades de capacidad, virtud, número y todo lo demás. Admitida la idea de territorio, tenemos la desigualdad cuantitativa y cualitativa de las diversas zonas territoriales. Se comprende, por eso, cómo el democratismo igualitario del Sillon lo llevase a rechazar la idea de Estado soberano. «El país territorial nos parece obsoleto, una simple fase de la evolución de la conciencia humana», afirmaba Sangnier en sus utópicas divagaciones de república universal
Marc SANGNIER, Discours, vol. I, p. 3; «Le Sillon», 10 julio 1905, cit. in Ibid., Vol. IV, 398. d
Marc SANGNIER, in «Le Sillon», 10 febrero 1905, cit. in Ibid., vol. IV, p. 405.
Georges HOOG, in «Le Sillon», 10 setiembre 1905, cit. in Emmanuel BARBIER Histoire, vol. IV p. 398
Marc SANGNIER, Discours, vol. I, p. 300, cit. in Ibid., vol. IV, p. 402.
Plinio CORRÊA DE OLIVEIRA, El socialismo autogestionario, con relación al comunismo, ¿barrera o cabeza de puente?
Marc SANGNIER, Discours, vol. I, p. 359, cit. in Emmanuel BARBIER, Histoire, vol. IV p. 403
Marc SANGNIER, in «Le Sillon», 25 febrero 1905, cit. in Emmanuel BARBIER, Histoire, vol. IV p. 414
