
Todas las facultades tendrán en el infierno su castigo especial. Si el castigo de los sentidos es el fuego, y el del entendimiento y la voluntad es la pena de daño, el castigo de la memoria es el remordimiento, y el de la imaginación es la desesperación.
El remordimiento, como pena de la memoria, le recordará al condenado los muchos medios de salvación que tuvo en la tierra, el desprecio que hizo de ellos y cómo vino a condenarse sólo por su culpa, sin poder ahora arrepentirse. La desesperación, como pena de la imaginación, le recordará constantemente que sus tormentos durarán no por mil años, ni por millones de años, sino por toda la eternidad