Oh Dios, nuestra fuerza y nuestra esperanza, que has arrancado de la espada de Herodes a tu Hijo Unigénito nuestro Redentor, por intercesión de la beatísima siempre Virgen María, su Madre, y de san José, concédenos, liberados de la mano de los enemigos, servirte con justicia y santidad de vida. Por nuestro Señor Jesucristo