Padre de infinita misericordia, que quisiste que tu Único Hijo se sometiera aquí por nuestra salvación al cruel tormento de la flagelación, concédenos reparar con una vida penitente el mal que hemos cometido y haz que el recuerdo constante de sus llagas nos ayude para no ofenderle de nuevo. Por nuestro Señor Jesucristo