Examinemos ahora lo que suele inquietar a algunos: ¿por qué el Señor no escribió nada El mismo, siendo necesario creer a otros que escribieron de El? En verdad no puede decirse que El no haya escrito, toda vez que sus miembros ejecutaron lo que les mandaba la cabeza. Así pues, mandó escribir a aquellos que eran sus manos lo que El quiso que nosotros supiésemos de sus hechos y de su doctrina
San Agustín, de consensu Evangelistarum, 1,7
