A Dios, ¿le corresponde o no le corresponde ser bueno?
Cont. Gentes 1 37; In De Div. Nom. c.4 lect.1; In Me- taphys. 1.12 lect.7
Objeciones por las que parece que a Dios no le corresponde ser bueno:
1. La razón de bien consiste en el modo, la especie y el orden. Sin embargo, estas cosas no parece que correspondan a Dios ya que es inmenso y no está ordenado a algo. Por lo tanto, ser bueno no le corresponde a Dios.
2. Más aún. Es bueno lo que todos apetecen. Pero no todos apetecen a Dios, ya que no todos le conocen; y no se apetece más que lo conocido. Por lo tanto, ser bueno no le corresponde a Dios,
En cambio está lo que se dice en Jer 3,25: El Señor es bueno para los que esperan en ÉI,; para toda alma que le busca,
Solución.
Hay que decir: Ser bueno le corresponde señaladamente a Dios. Pues algo es bueno en cuanto es apetecible. Cada uno apetece su perfección. En el efecto la perfección y la forma tienen cierta semejanza con el agente, ya que el que obra hace algo semejante a él. Por eso, el agente es apetecible y tiene razón de bien, pues lo que de él se apetece es la participación de su semejanza. Como quiera que Dios es la primera causa efectiva de todo, resulta evidente que la razón de bien y de apetecible le corresponde. De ahí que Dionisio atribuya al bien a Dios como primera causa eficiente, diciendo que Dios es llamado bueno como aquello en lo que todo subsiste
Respuesta a las objeciones:
1. A la primera hay que decir: Tener modo, especie y orden pertenece a la razón del bien causado. Pero en Dios el bien está como en la causa de ahí que a Él le corresponda establecer en los demás el modo, la especie y el orden. Asi, estos tres están en Dios como su causa
2. A la segunda hay que decir: Todos, en cuanto apetecen sus propias perfecciones, apetecen al mismo Dios por cuanto las perfecciones de todas las cosas son determinadas perfecciones del ser divino, como quedó demostrado por lo dicho (q.4 a.3).
Así, quienes apetecen a Dios, más le conocen en sí mismo. Esto pertenece a las criaturas racionales Otros, en cambio, conocen destellos de su bondad, lo cual también pertenece al conocimiento sensitivo. Otros, por su parte, tienen apetito natural sin conocimiento, aun cuando estén orientados a sus propios fines por una inteligencia superior.
DIONISIO, De Div. Nom. S 4: MG 3,700: S. Th. lect.3
Se habla aquí de la bondad ontológica. La que corresponde al ser, no al obrar. Algo así como se dice que el fruto es bueno cuando está maduro. O que un edificio es bueno cuando está acabado. Las cosas son buenas en la medida que alcanzan su propia realización. Decir <Dios es bueno> equivale a decir: <es verdaderamente perfecto>., Como una obra espléndida porque está bien hecha. Esta bondad del ser fundamentará la bondad del obrar de que se ocupará más adelante: amor de benevolencia (q.20), justicia-misericordia (q.21). Como de ordinario, su punto de arranque es la Palabra de Dios, aunque sea parco en las citas. Sabe que cuando Moisés pide ver a Yahveh, éste le responde: <Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad> (Ex 33,19); ha recitado con el salmista Qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!> (Sal 8,2). En Cont. Gent 1,38 cita expresamente la respuesta de Jesús <Uno solo es el Bueno!> (Mt 19,17). Al intentar dar una explicación racional acude, como otras veces, a la causalidad eficiente (2.» vía). Toda la bondad dispersa en las criaturas ha de hallarse en Dios concentrada y unificada, como en su fuente y origen (1 q.4 a.1)
Todo lo que existe tiene ansia de ser más. Busca afanosamente su plena realización. Tiene hambre y sed de perfección. Pues bien, sólo en Dios puede saciarse tal inquietud. <Dios es bueno> quiere decir: es la plenitud. Es lo que, consciente o inconscientemente, apetecen todos. Es <lo más deseable>. Ninguna oscuridad, ninguna mancha. Simplemente esto: SER. Todos le buscan y anhelan, aun sin querer, aun sin saberlo. Ahora bien, si es la bondad universal lo que todos apetecen, lo es precisamente porque hace existir todas las cosas. Es <la primera causa eficiente de todo> (cuerpo). En cada ser hay una, huella de su paso, que se traduce como en un grito natural del mismo. Todo confluye hacia Él: es <bueno>. Ver `lo dicho en la nota a I q:5 a.l. Perfección y apetibilidad se entrecruzan. Es apetecible porque es perfecto. Es perfecto porque concentra en si las perfecciones todas. Las concentra precisamente porque las ha creado.
<El bien está en Dios como en su causa> es algo más que afirmar: <Dios es causa de la bondad> o <Dios no es malo>. Significa: <Lo que llamamos bondad en las criaturas preexiste en Dios y ciertamente de modo más elevado> (cf. 1 q:13 a.2)
Summa theologiæ, Thomas Aquinos
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