Profetas verdaderos y profetas falsos

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Evangelio según san Mateo, 10: 34- 36 «No creáis que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la espada, porque yo he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y la nuera de su suegra, y serán enemigos del hombre sus mismos domésticos». (vv. 34- 36)

Aunque no hizo Cristo esta separación, sino la malicia de los hombres, se la atribuye sin embargo a El, siguiendo la manera ordinaria de expresarse la Escritura; así, por ejemplo, cuando dice: «Dios les dio ojos para que no vieran» ( Rom 11; Is 6,10 ), da a entender el parentesco que el Antiguo Testamento tiene con el Nuevo. Porque cualquiera entre los judíos, cuando hicieron el becerro ( Ex 32 ) y después cuando ofrecieron sacrificios a Beelphegor ( Núm 25), podía asesinar a su prójimo. De aquí es que para demostrar que le parecían iguales los del Antiguo y los del Nuevo Testamento, les hace mención de la profecía de Miqueas ( Miq 7), diciendo: «Serán enemigos del hombre sus mismos domésticos». Y así sucedió entre los judíos: porque había bandos en el pueblo y las casas estaban divididas, había profetas verdaderos y profetas falsos. Los unos creían a unos y otros a otros

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35,1

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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