⁃Dale gracias a Dios, hermano querido, porque ha revelado en ti una atracción tan viva hacia la oración interior perpetua. En esto debes ver la llamada de Dios, y tranquilizarte. Piensa que, de este modo, ha sido puesta a prueba la conformidad entre tu voluntad y la voluntad de Dios. Es Él quien te hizo comprender que ni la sabiduría mundana, ni un deseo vano de conocer pueden guiarte a la luz celestial, a la oración interior perpetua. Lo que te llevará allí será la pobreza del espíritu, y la experiencia activa hecha con sencillez de corazón. No es ninguna maravilla el que no hayas captado a fondo lo que signifca la acción de orar; tampoco lo es que no hayas podido acercarte y llegar a esta actividad perpetua. Mucho es lo que se predica sobre la oración y hay también muchas obras sobre este tema. Pero los razonamientos de sus autores están basados en la especulación intelectual. Se asientan en conceptos de la razón humana y no en la experiencia, alimentada por la acción. Hablan más de lo que es accidental, de lo accesorio a la oración; no de su esencia. Uno explica magnífcamente por qué es necesario orar; otro habla de la fuerza y de los efectos benéficos de la oración; un tercero habla de las condiciones necesarias para poder orar bien, del celo, de la atención, del fervor del corazón, de la pureza del alma, de la exigencia de oración del corazón humano, del arrepentimiento Todos esos sentimientos son necesarios para disponerse a orar.
Pero entre los predicadores de hoy es raro encontrar una respuesta a la pregunta de qué es en verdad la oración y cómo se debe aprender a orar, que son cosas fundamentales. Y más dificiles que todas las explicaciones, porque no requieren una cultura académico-escolástica; demandan un conocimiento místico-experiencial. Y lo que es más triste: esa sabiduría primitiva, vacía lleva a mensurar a Dios con una medida humana
RELATOS DE UN PEREGRINO RUSO. Anónimo
