La oración debe ser también devota



porque la consistencia de la devoción es lo que hace que el sacrificio de la oración sea acepto a Dios, según el Salmo LXII, 5-6: «En tu nombre alzaré mis manos: y mi alma se saciará de Ti como de médula y suculencia». A menudo por el mucho hablar se embota la devoción, por lo cual el Señor nos enseña a evitar la demasiada prolijidad en las palabras, según Mateo 6, 7. «Al orar no multipliquéis las palabras». Agustínle dice Q2 Proba: «Que no haya en la oración muchas palabras; pero no se deje de mucho suplicar si persevera el esfuerzo fervoroso».

Por lo cual el Señor instituyó esta breve oración [del Padrenuestro]. Por otra parte, la devoción proviene de la caridad, que es amor de Dios y del prójimo. Y uno y otro se manifiesta en esta oración. En efecto, para dar a conocer el divino amor, a Él lo llamamos Padre; y para dar a conocer el amor al prójimo oramos en general por todos diciendo: «Padre nuestro, y perdónanos nuestras deudas». A lo cual nos lleva el amor de nuestros prójimos.

Comentarios sobre el Padre Nuestro y los Diez Mandamientos. Santo Tomás de Aquino

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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