Del catolicismo social al socialismo cristiano: historia de un desliz



La confusión respecto a la «cuestión social abre la puerta. Una nueva presencia: el proletariado Es innegable que la Revolución Industrial del siglo XIX generó un enorme incremento en la producción económica, introduciendo importantes progresos que mejoraron la vida material del hombre. Pero también hizo añicos el viejo orden social. Tiene razón el sociólogo norteamericano Robert Nisbet cuando acusa a la Revolución Industrial de haber provocado «el cambio social más traumático desde el inicio de la vida sedentaria al fin del Neolítico». Aunque con deficiencias, la sociedad tradicional tenía la ventaja de la estabilidad Sus estructuras formaban una red compleja y orgánica, admirablemente equilibrada, en la que cada individuo tenía un lugar y un sentido de pertenencia y de finalidad. Las estructuras de la sociedad orgánica tradicional, como la familia y los gremios, tenían la capacidad de reabsorber la mayor parte de los problemas humanos que, por eso, raramente acababan pesando sobre la sociedad. La industrialización introduce en la economía y en la sociedad lo que algunos analistas han denominado «intemperancia frenética», demoliendo instituciones seculares y disolviendo tradiciones y costumbres establecidas desde los tiempos más antiguos. En el aspecto social, la industrial fue la revolución más demoledora de los tiempos modernos. Eclipsado por las máquinas, el artesanado, hasta entonces el fundamento de la economía, entró en declive Desaparecieron los gremios y, con ellos, los mecanismos que tutelaban a la clase obrera. Las pequeñas empresas fueron engullidas por empresas cada vez más grandes y anónimas. La vida rural, que hasta ahora había dado el tonus a la sociedad, se precipitó en una situación de rápido deterioro, rompiéndose así el equilibrio entre ciudad y campo. Un número creciente de campesinos y artesanos afluyeron a los míseros barrios de los nuevos centros industriales Privados de familia, gremio y parroquia, perdieron cualquier punto de referencia y se encontraron de golpe debiendo vivir en un ambiente que obstaculizaba fuertemente la práctica religiosa y el mantenimiento de su identidad.  Nace así una nueva clase, el proletariado, inmersa en un tipo de pobreza hasta ahora desconocido: el pauperismo

Robert A. NISBET, Twilight of Authority, Oxford University Press, New York ) 1975,P. 78

John HORVAT, Return to Order. From a Frenzied Economy to an Organic Chris- tian Society, York Press, York 2013

JULIO LOREDO DE IZCUE. TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN, UN SALVAVIDAS DE PLOMO PARA LOS POBRES

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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