Todas y cada una de las modernas expresiones populares e ideales constituyen artimañas destinadas a minimizar el problema de lo que es el bien. Nos encanta hablar de <libertad>; y eso, hablar de ella, es un truco para evitar discutir sobre lo que es bueno. Nos encanta hablar del <progreso>, y eso es también un truco para evitar discutir sobre lo que es bueno. Nos encanta hablar de <educación>, y eso es un truco para evitar discutir sobre lo que es bueno.
El hombre moderno dice: <Dejemos de lado todos esos criterios arbitrarios y abracemos la libertad>. Eso, trasladado a la lógica, equivale a decir: <No decidamos lo que es bueno, y sin embargo consideremos bueno no decidirlo>. El hombre moderno dice: <Abandona tus viejas fórmulas morales. Yo soy partidario del progreso>. Dicho en términos lógicos, es como afirmar: <No determinemos qué es bueno. Determinemos, en cambio, si obtenemos más de no hacerlo>,
El hombre moderno dice: <Amigo mio, ni en la religión ni en la moral se encuentran las esperanzas de la raza, sino en la educación>. Esto, claramente expresado, equivale a: <No podemos decidir lo que es bueno, pero enseñémoselo a nuestros hijos>
HEREJES. G.K. Chesterton
