Cuando esta corrupción haya sido abolida, erradiquemos esas sociedades secretas de hombres facciosos que, completamente opuestos a Dios y a los príncipes, se dedican por entero a propiciar la caída de la Iglesia, la destrucción de los reinos y el desorden en el mundo entero. Habiéndose apartado de las restricciones de la verdadera religión, preparan el camino a infames crímenes
ENCÍCLICA TRADITI HUMILITATI DEL SUPREMO PONTÍFICE PÍO VIII
