Mi dicha



La dicha no sólo iluminaba lo íntimo de mi alma. También el mundo exterior se me aparecía bajo un aspecto estupendo. Todo me invitaba a amar y alabar a Dios: los seres humanos, los árboles, las plantas, los animales. Todas las cosas me eran familiares y en todas partes encontraba la imagen del nombre de Jesucristo. A veces me sentía tan sin peso que creía que ya no tenía un cuerpo, que estaba flotando con suavidad en el aire. Otras entraba completamente en mí mismo,. Veía de modo claro lo más íntimo de mí, y admiraba la construcción magnífica del cuerpo humano. A veces sentía una alegría inmensa, como si me hubiera convertido en rey. Y, en medio de todas estas consolaciones, me auguraba el que Dios me concediese morir lo más pronto posible, para poder desbordar mi reconocimiento a sus pies en el mundo de los espíritus

RELATOS DE UN PEREGRINO RUSO. Anónimo

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

Deja un comentario