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Juan 17, 17: la oración sacerdotal de Jesús, interpretación de la ordenación sacerdotal
Quedaron especialmente impresas en mi corazón la víspera de mi ordenación sacerdotal. Mientras que los sinópticos recogen fundamentalmente la predicación de Jesús en Galilea, Juan -que al parecer mantenia relaciones de parentesco con la aristocracia del Templo recoge principalmente el anuncio de Jesús a Jerusalén y menciona algunas cuestiones relativas al Templo y al culto. En ese contexto, la oración sacerdotal de Jesús cobra especial relevancia
Mi intención no es repetir aqui los diversos elementos que analicé en el segundo volumen de mi libro sobre Jesús. Querría centrarme únicamente en los versículos 17 y 18, que dejaron una huella especial en mí la víspera de mi ordenación sacerdotal: <Santifícalos en la verdad: tu palabra es la verdad. Lo mismo que Tú me enviaste al mundo, asi los he enviado yo al mundo> (n 17 17-18). El término <santo> expresa la naturaleza particular de Dios. Solo Él es Santo. El hombre se hace santo en la medida en que comienza a estar con Dios. Estar con Dios significa desechar todo lo que es únicamente el yo y hacerse uno con toda la voluntad de Dios. No obstante, esta liberación del yo puede resultar muy dolorosa y nunca se lleva a cabo de una sola vez. Aun así, el término <santifica> puede permitirnos comprender de un modo muy concreto la ordenación sacerdotal, en el sentido de que implica que el Dios vivo reclama de forma radical a un hombre para hacerle ponerse a su servicio. Cuando el texto dice <santificalos en la verdad>, el Señor suplica al Padre que incluya a los Doce en esa misión, que los ordene sacerdotes
<Santifícalos en la verdad>. Asimismo, da la impresión de que se quiere apuntar discretamente al rito de la ordenación sacerdotal del Antiguo Testamento, donde el ordenando quedaba fisicamente purificado por un lavado completo antes de revestirse de las vestiduras sagradas. Ambos elementos, tomados en conjunto, significan que asi es como el enviado se convierte en un nuevo hombre, No obstante, lo que en el ritual del Antiguo Testamento es una figura simbólica, se hace realidad en la oración de Jesús. El único lavado capaz de purificar realmente al hombre es la verdad, es el propio Cristo. Y es también la nueva vestidura a la que alude la vestidura externa cultual, <Santificalos en la verdad, significa: sumérgelos totalmente en Jesucristo para que se verifique en ellos lo que Pablo señala como la experiencia fundamental de su apostolado: <vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí> (Ga 2, 20).
Fue así como la víspera de mi ordenación quedó profundamente impreso en mi alma lo que significa el hecho de ser ordenado sacerdote, más allá de todos los aspectos ceremoniales: significa que hemos de ser incesantemente purificados e invadidos por Cristo para que sea Él quien hable y obre en nosotros, y nosotros cada vez menos. Vi con claridad que el proceso que consiste en hacerse uno con Él y en renunciar a lo que solo nos pertenece a nosotros se prolonga toda la vida e incluye constantes liberaciones y renovaciones dolorosas Asi es como las palabras de Juan 17, 17 me han señalado el camino que he recorrido a lo largo de mi vida
Joseph Ratzinger Benedicto XVI Ciudad del Vaticano, monasterio Mater Ecclesiae 1 7 de septiembre de 2019
