El reino de Dios siempre ha existido: ¿por qué pues pedimos que venga? 1/3
Debemos responder que esto puede entenderse de tres maneras
1. En primer lugar porque algunas veces un rey tiene tan sólo el derecho del reino o del señorio; y sin embargo aún no se declara el dominio de ese mismo reino porque la gente del reino aún no se le sujeta. Luego su reinado o dominio se declarará cuando la gente del reino se le sujete, Ahora bien, por sí mismo y por su naturaleza Dios es el Señor de todo Daniel 7, 14:»A Él se le dio el poder, el honor y el reino». Es necesario, por lo tanto, que todo le esté sometido. Pero esto no se ha realizado aún, sino que se realizará al fin del mundo. 1 Corintios 15, 25: «Él debe reinar hasta que ponga a todos sus enemigos a sus pies». Por lo cual pedimos y decimos: «Venga a nos tu reino».
Y esto lo pedimos en cuanto a tres cosas: que los pecadores se conviertan y sean salvados por la gracia de Dios; que los pecadores sean castigados en la vida presente para su conversión para que escapen el castigo eterno; que los pecadores contumaces en impenitencia final sean castigados; y la muerte destruida.
Porque los hombres están sometidos a Cristo de dos maneras: o voluntariamente, o a la fuerza. Como, en efecto, la voluntad de Dios es de tal manera eficaz que se tiene que cumplir totalmente y Dios quiere que todas las cosas se le sometan a Cristo, una de esas dos maneras será necesaria: o sea, que o el hombre haga la voluntad de Dios sometiéndose uno a sus mandatos, y esto es lo que hacen los justos; o que Dios haga con todos su propia voluntad castigándolos, y esto hará con los pecadores y con sus enemigos. Lo cual será en el fin del mundo. Salmo 109, 1: cuando «ponga a tus enemigos de escabel de tus pies»
Por lo cual les es dado a los santos (los justos que viven en el estado de gracia santificante) el pedir que venga el reino de Dios, o sea, que se le sometan aquéllos totalmente. Mas para los pecadores contumaces es algo horrible, porque el pedir que venga el reino de Dios no es sino que por voluntad de Dios se les someta a los suplicios. Amós 5, 18: «¡Ay de los [pecadores] que ansian el día del Señor!» Pero con esto se destruirá la muerte. En efecto, como Cristo es la vida, en su reino no puede existir la muerte, que es lo contrario de la vida. Por lo cual se dice en 1 Corintios 15, 26: «El último enemigo en ser destruido será la muerte» Y esto ocurrirá en la resurrección. Filipenses 3, 21:»Transformará nuestro vil cuerpo en un cuerpo semejante al suyo glorioso»
Comentarios sobre el Padre Nuestro y los Diez Mandamientos. Santo Tomás de Aquino
