Dada a las cosas divinas mucho más que a las humanas.

Dada a las cosas divinas mucho más que a las humanas.

iQué diferencia con algunos gobernantes de hoy! Su hermosura haría que, llegada la edad madura, no le faltasen pretendientes, naturalmente; y aquí comenzarían sus problemas pues Enrique, su hermanastro, deseaba aprovechar la situación para lograr un matrimonio ventajoso que le permitiera engrosar las arcas y ampliar los feudos del reino. Isabel, por su parte, habia sido clara: sólo se casaría con quien ella eligiese. Y así será.

Veamos un episodio conocido que serviría de freno para futuros pretendientes indeseados: el libidinoso y cruel Pedro Girón, mal vasallo del rey pero aliado suyo, había sido nominado para la boda. Se regodeaba ante sus hombres de cómo le haría perder la virginidad a esa hermosa dama. La mala fama de Girón, falso converso, era bien conocida en Castilla; su crueldad, ambición y vida lujuriosa estaba en las antipodas de la de Isabel. De nada valieron los ruegos de la princesa frente a Enrique; de nada sirvió explicarle que el enlace sería perjudicial para Castilla misma. El rey terrenal no entraba en razones; no quedaba otra que ir ante el Rey del cielo: Isabel inclinó la cabeza angustiada (..). Sólo Dios tenia poder sobre la vida y la muerte\(..). Entonces volvió los ojos hacia Él implorando Su auxilio,. Se encerró en su habitación y ayunó durante tres días, pasando las noches en vela arrodillada ante un crucifjo mientras repetía de corazón y entre lágrimas una y otra vez:

Dios mío, Misericordioso Salvador, no dejéis que me entreguen a semejante hombrel! iHaced que él o yo muramos!

Y Dios escuchó sus plegarias. Pocos días después , y en pleno viaje hacia la boda, Girón contrajo una terrible amigdalitis y <falso converso como era (..) se negó a recibir los Sacramentos a pronunciar una sola oración cristiana. Murió al tercer día de su viaje, blasfemando contra Dios>. La noticia se difundió tan rápidamente entre los vasallos de Castilla que ya nadie más quiso pedir su mano sin su consentimiento… El enlace llegará con el tiempo y será en 1469 en Valladolid, con Fernando, el joven príncipe de Aragón y primo segundo de la reina. Su esposo, a pesar de amarla sinceramente, no llegará a tener las mismas virtudes que su amada en especial la de la fidelidad conyugal cosa que hará sufrir no poco a la hermosa dama pero que no empañará el mutuo amor y el celo por el gobierno de ambos reinos. Tal será el afecto entre ambos que, aún después de muertos la tierra los encontrará juntos en las sepulturas de Granada.

Luego de la muerte de Enrique IV y salvados los pormenores que quisieron arrebatarle el trono con la hijastra de aquél (la <eltraneja>), Isabel fue coronada en Segovia en 1474. Pero de más está decir que no sólo hubo en Isabel una reina, sino también una ferviente madre y esposa que veló cuidadosamente por la formación de sus hijos (llegó a tener cinco) ocupándose personalmente de la educación de cada uno de ellos. Isabel era una mujer de fe sólida y corazón ardiente. Nos relatan las Crónicas que <no sólo asistía a Misa a diario, sino que ‘tenía la costumbre», como los sacerdotes o las monjas, «de rezar todos los días las horas canónicas» aparte de sus extensas oraciones privadas>.  Una mujer de robusta fe, como ella, vivía en continua presencia de Dios a Quien confiaba hasta los más pequeños detalles. Entre los testimonios directos de la piedad isabelina, contamos con el de Lucio Marineo Sículo, encargado de la capilla real y maestro de la escuela de mozos de capilla (un testigo de primera mano) quien escribió a la muerte de su señora:

Reina absorbida por múltiples y graves asuntos de gobierno pero religiosisima, como un sacerdote entregado al culto de Dios, de la Virgen, de los santos (.) dada a las cosas divinas mucho más que a las humanas.

Sin embargo, lejos estaba de su alma recia, la piedad beatona y el misticismo milagruchiento> de algunos santurrones: Isabel no fue una mujer milagrera; ni siquier a vivió fenómenos místicos extraordinarios, que sepamos. Simplemente, el Señor la condujo por los caminos de la Fe, con mayúscula. No tuvo, insistimos, visiones, revelaciones, éśxtasis ni hizo milagros, tan frecuentes en algunos santos. Pero eso no significa en modo alguno que ella no lo fuera (..)

WILLAM T. WALSH, op. cit., 73.

*Para ello deberán pedir una dispensa especial al Papa, dispensa que no llegará a tiempo que será fraguada por un obispo para que la boda se concrete rápidamente sin saberlo Isabel. Más tarde, el Papa otorgará la dispensa saneando la irregularidad canónica

*Fue por ello que Isabel, para evitar las ocasiones de pecado de parte de Fernando hizo siempre que las criadas de la corte fuesen mujeres mayores que fueran virtuosas y de buena familia> (WILLIAM T. WALsH, op. cit., 143)

JosÉ MARÍA ZAVALA, op. cit., 203

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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