Como obispo, temo que el proyecto de ordenar sacerdotes a hombres casados genere una catástrofe personal. Sería una catástrofe para los fieles a los que fueran enviados. Sería una catástrofe para los propios sacerdotes Cómo podría comprender al sacerdote una comunidad cristiana si no se pone de manifiesto que este <es apartado de la esfera de lo común, es dado a Dios> Cómo podrían comprender los cristianos que el sacerdote se dona a ellos si no está enteramente entregado al Padre? Si no participa de la kenosis, del anonadamiento, del abajamiento de Jesús? Jesús, <siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo> (Flp 2, 6-7). Se despojó de todo lo que era en un acto de libertad y amor. El abajamiento de Cristo hasta la Cruz no es un mero proceder obediente y humilde. Es un acto de pérdida de sí mismo por amor en el que el Hijo se entrega por entero al Padre y a la humanidad: ese es el fundamento del sacerdocio de Cristo. Así pues, cómo podría un sacerdote poseer, conservar y reivindicar el derecho al vínculo matrimonial? Esta entrega total de sí mismo en Cristo es la condición de una plena donación de sí mismo a todos los hombres. Permitidme afirmar rotunda y enérgicamente: creo que, si en todas las poblaciones se hubiera ordenado a hombres casados, se habria extinguido el hambre eucaristica de los fieles. Se habría privado al pueblo de ese gozo de recibir en el sacerdote a otro Cristo. Porque, gracias al instinto de la fe, los pobres saben que un sacerdote que ha renunciado al matrimonio les hace entrega de todo su amor esponsal, iCuántas veces, caminando durante horas de pueblo en pueblo con el maletín de ornamentos sobre la cabeza, bajo un sol de justicia, yo mismo he experimentado el gozo de donarse a la Iglesia-Esposa! Cruzando las marismas en una canoa improvisada, en medio de las lagunas o atravesando peligrosas corrientes por las que temíamos ser engullidos, isentí hasta fisicamente el gozo de estar plenamente entregado a Dios, disponible y ofrecido a su pueblo!
iCómo me gustaria que todos mis hermanos del mundo pudieran experimentar algún día la acogida de un sacerdote en una aldea africana que reconoce en él a Cristo-Esposo! jQué explosión de alegría! jQué fiesta! Los cantos, las danzas, el entusiasmo y la comida expresan el agradecimiento del pueblo por esa entrega en Cristo.
La ordenación de hombres casados privaría a las jóvenes Iglesias en vías de evangelización de esa experiencia de la presencia yla visita de Cristo ofrecido y entregado en la persona del sacerdote célibe. La tragedia pastoral sería inmensa Entrañaría un empobrecimiento de la evangelización,
Tengo la convicción de que, si muchos sacerdotes y obispos occidentales están dispuestos a relativizar la grandeza y la importancia del celibato, es porque no han tenido nunca esa experiencia concreta de una comunidad agradecida. No hablo solamente en términos humanos., Creo que en ese agradecimiento hay una experiencia de fe. Los pobres y los sencillos saben discernir con los Ojos de la fe la presencia de Cristo-Esposo de la Iglesia en el sacerdote célibe Esta experiencia espiritual es fundamental en la vida de un sacerdote. Previene para siempre de cualquier forma de clericalismo. Por haberlo experimentado en mi propia carne, sé que los cristianos ven en mí a Cristo entregado por ellos, y no mi persona limitada, con sus cualidades y sus muchos defectos Sin esta experiencia concreta el celibato se convierte en una carga demasiado pesada para poder soportarla. Tengo la impresión de que a algunos obispos de Occidente e incluso de Sudamérica les pesa el celibato. Siguen siendo fieles a él, pero no tienen coraje para imponérselo a los futuros sacerdotes y a las comunidades cristianas porque a ellos mismos les cuesta. Quién es capaz de imponer una carga a los otros sin amar su significado más hondo? No seria una forma de fariseísmo? No obstante, creo que detrás de eso se esconde un error de perspectiva. El celibato sacerdotal bien entendido, aun siendo en ocasiones una prueba, es una liberación. Permite al sacerdote afianzarse con absoluta coherencia en su identidad de esposo de la Iglesia
Desde lo más hondo de nuestros corazones (Mundo y Cristianismo) Sarah, Cardenal Robert
