HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO



Esta petición nace del don de ciencia, la bienaventuranza de los que lloran
El tercer don que produce en nosotros el Espíritu Santo se llama don de ciencia

En efecto, el mismo Espíritu Santo no sólo produce en los buenos el don de temor y el don de piedad, que es, como ya se dijo, un delicado amor a Dios, sino que también hace sabio al hombre. Y esto lo pedia David en el Salmo 118, 66 diciendo: «Enséñame la bondad, la sabiduría y la ciencia». Y esta es la ciencia por la que se vive rectamente y que el Espíritu Santo nos enseñó Entre las cosas relativas a la ciencia y a la sabiduría del hombre la más importante es la prudencia por la que el hombre no se fia en su propio sentir Proverbios 3, 5: «No descanses en tu propia prudencia». En efecto, los que presumen de su propio juicio, de modo que no dan crédito a los demás, sino sólo a sí mismos, siempre son tenidos y juzgados como insensatos. Proverbios 26, 12: iHas visto a un hombre que se cree sabio? Habrá que esperar más de un insensato que de él» . En efecto, que el hombre no crea en su propio juicio procede de la humildad, porque donde hay humildad hay sabiduria, como se dice en Proverbios 11,2. Los soberbios, en cambio, confían demasiado en sí mismos

Asi es que por el don de ciencia el Espíritu Santo nos enseña a no hacer nuestra voluntad sino la voluntad de Dios. Y así por este don le pedimos a Dios que se haga su voluntad asi en la tierra como en el cielo. Y en esto se manifiesta el don de ciencia. Asi es que se le dice a Dios: «Hágase tu voluntad», como si estuviese uno enfermo, y al aceptar algo del médico, no quiere exactamente sino lo que sea la prescripción del médico, pues si lo quisiera por su sola voluntad, necio sería, Nosotros, igualmente, nada debemos pedirle a Dios sino que haga de nosotros lo que sea su voluntad, o sea que se cumpla su voluntad en nosotros En efecto, el corazón del hombre es recto cuando concuerda con la voluntad divina. Esto es lo que hizo Cristo: Juan 6, 38: «He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado». En efecto, Cristo en cuanto Dios tiene una misma voluntad con el Padre; pero en cuanto hombre tiene voluntad distinta de la del Padre: y en cuanto a esta voluntad El declara

Comentarios sobre el Padre Nuestro y los Diez Mandamientos. Santo Tomás de Aquino

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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