La sexta aparición de Fátima



Llovió toda la noche y la mañana del 13 de octubre. La tierra estaba empapada y los curiosos peregrinos tuvieron que caminar hasta la cueva través del fango

De cincuenta a setenta mil personas habian llegado a pie, en animales, en carruajes o, incluso, en automóviles a Cova de Iria. Esta vez se había instalado un pequeño caballete sobre la encina donde tenía que aparecerse la Señora para hablar a los niños. Seis meses antes, los niños habían recibido la primera aparición allí sólo con sus rosarios y sus ovejas. Ahora estaban rodeados de espectadores – tanto piadosos como escépticos. Tras el rosario de la tarde, la Señora se apareció.

Lucía preguntó: «Qué quieres de mí?».

«Quiero que se construya una capilla aqui en mi honor. Quiero que continuéis diciendo el Rosario todos los días. La guerra pronto terminará y los soldados regresarán a sus hogares».

«Sí. Sí. Me dirás tu nombre?»

«Yo soy la Señora del Rosario»

«Tengo muchas peticiones de muchas personas. ¿Se las concederás?».

«Algunas serán concedidas, y otras las debo negar. La gente debe rehacer su vida y pedir perdón por sus pecados. No deben de ofender más a nuestro Señor, iya se le ofende demasiado!»

¿Y eso es todo lo que tienes que pedir?» «No hay nada más»

Lucía explicaba cómo entonces se elevó la Señora hacia el Este y elevó sus palmas hacia el cielo. Las negras nubes que bloqueaban los rayos del Sol se abrieron y la luz emanó en ráfagas, con el Sol girando cual disco de plata.

«;Mirad el sol!» Los 50.000 ó 70.000 espectadores observaban el Sol girando y bailando en el cielo. Mientras tanto, los tres niños vieron una extraordinaria aparición en el cielo, que se correspondía con los misterios gozosos, gloriosos y dolorosos del rosario

En primer lugar vieron a san José con el Niño Jesús, y a Nuestra Señora vestida de blanco con un manto azul, junto al Sol. San José y el Niño parecían bendecir el mundo, ya que el Niño Jesús trazaba el signo de la cruz con sus manos. Esto es notable, ya que revela a san José con el poder sacerdotal de bendecir, junto con nuestro Sumo Sacerdote, Jesucristo. Esta primera aparición desapareció, y los tres niños vieron ahora un signo que se correspondía con los misterios dolorosos.

Lucía dijo, «vi a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, me parece que era la Dolorosa. Nuestro Señor parecía bendecir al mundo al igual que lo había hecho San José».

Luego esta aparición también desapareció. Por último, Lucía vio, una vez más, a la Señora; esta vez se parecía a Nuestra Señora del Monte Carmelo. La advocación de Nuestra Señora del Monte Carmelo significa el glorioso reinado de María, ya que sus devotos se muestran como sus siervos llevando el Santo Escapulario Este milagro, público para las multitudes, y las revelaciones privadas a Lucía, Francisco y Jacinta pusieron punto final a las apariciones de Fátima, con una excepción Nuestra Señora volvería a la Cova de Iria para una séptima última aparición en 1920, antes de que Lucía dejara la escuela preparatoria. La Señora la instó a dedicarse íntegramente a Dios, lo que sucedió cuando Lucía se consagró a Dios como monja carmelita

Los periódicos seculares y masones publicaron el llamado Milagro del Sol. Muchos se convirtieron de nuevo a Cristo y volvieron a la Iglesia católica. Numerosos libros recogen las crónicas y testimonios personales de los testigos oculares Todos concuerdan en que todos los presentes vieron el Sol, que: adquirió los colores amarillo, rojo, azul, morado, blanco y madre perla, girando y moviéndose. Muchos explicaron que parecía que el Sol se fuese a caer sobre ellos. Muchos gritaron: «;Vamos a morir». El suelo enfangado se secó. Las ropas mojadas de la gente se secaron por un calor que duró unos diez minutos, La multitud gritó de alegría y de miedo. Algunos gritaron: «¡Un milagro! ¡Un milagro!». Alfredo da Silva Santos, de Lisboa, fue un testigo de primera mano del Milagro del Sol:

«Nos organizamos y fuimos en tres coches en la mañana del día 13. Había una espesa niebla, y el coche que iba delante se perdió, por lo que sólo pudimos llegar a la Cova da Iria a mediodía, con el Sol. Estaba abarrotado de gente pero, por mi parte, me encontraba vacío de todo sentimiento religioso. Cuando Lucía grito: <¡Mirad el Sol!>, toda la gente repetía: «¡Mirad el Sol!». Era un día de continua llovizna, pero poco antes del milagro, paró de llover. Dificilmente puedo encontrar palabras para describir lo que sucedió a continuación. El Sol comenzó a moverse, y en cierto momento parecía que se había desenganchado del cielo y que iba a caer sobre nosotros como una rueda de fuego. Mi mujer -Ilevábamos casados poco tiempo- se desmayó, y yo estaba demasiado aterrado como para atenderla, así que mi cuñado, João Vassalo, la sostuvo entre sus brazos. Yo caí de rodillas, sin conciencia de nada más y, cuando me levanté, no sé lo que dije. Creo que comencé a llorar, como otros. Un anciano con barba blanca comenzó a atacar a los ateos en voz alta y les retó a decir si algo sobrenatural acababa de suceder»,

El padre Ignacio Lorenco dijo que había visto el milagro desde once millas de distancia:
«Sólo tenía nueve años en aquel momento, e iba a la escuela del pueblo. Más o menos a mediodía fuimos sorprendidos por gritos y el llanto de algunos hombres y mujeres que caminaban por la calle frente a la escuela. La profesora, una mujer buena y piadosa, bastante nerviosa e impresionable, fue la primer Milagro del Sol acompañado por sus extraños fenómenos Me siento incapaz de describir lo que vi y sentí. Miraba fijamente al Sol, que parecía palidecer y no dañaba los Ojos. Parecía como una bola de nieve girando sobre sí misma que, de pronto, bajase zigzagueando y amenazando la tierra. Aterrorizado, corrí y me escondí entre la gente, que lloraba y esperaba el fin del mundo en cualquier momento.

Cerca de nosotros había un escéptico que había pasado la mañana mofándose de los simplones que habían ido a Fátima a ver a una chica normal. Ahora parecía paralizado, con los ojos fijos en el Sol. Entonces, temblando de pies a cabeza, cayó de rodillas en el barro, extendió los brazos y lloró a Nuestra Señora. Mientras tanto, la gente seguía gritando y llorando, pidiendo perdón a Dios por sus pecados. Todos corrimos a las dos capillas del pueblo, que pronto estuvieron llenas a rebosar. Durante esos largos momentos del prodigio del Sol, las cosas a nuestro alrededor parecían volverse de los colores del arcoíris. Nos veiamos de color azul, amarillo y rojo. Todos estos extraños fenómenos incrementaban el temor de la gente. Aproximadamente diez minutos después, el Sol, pálido y sin fuerza, volvió a su lugar. Cuando la gente se dio cuenta de que el peligro había terminado hubo una explosión de júbilo y todo el mundo se unió a la acción de gracias y alababa a Nuestra Señora»
Las iglesias en Portugal estaban llenas, y los obispos reconocieron el Milagro del Sol. El papa Benedicto XV, con su invocación a la Santísima Virgen María, recibió una respuesta divina, y reconoció el milagro parcialmente. En una carta fechada el 29 de abril de 1918 a los obispos portugueses, se refería a los hechos ocurridos en Fátima como «una extraordinaria ayuda de la Madre de Dios,» pero no pareció mostrar un interés real por las apariciones de Fátima. La aparición de Nuestra Señora de Fátima no seria aprobada como «digna de fe hasta 1930, durante el papado de su sucesor, el papa Pío XI.

Esta y otras notas son extraídas, salvo que se indique lo contrario, del especial de los cien añios de las apariciones de Fátima. Vinculos: https://www.ewtn.com/fatima/espanol/first-apparition-of-the-angel.asp

El hecho histórico de este milagro de luz se explica más adelante en el capítulo sobre Pio XIl.

Andrew Apostoli, Fátima for Today: The Urgent Marian Message of Hope, Ignatius Press, San Francisco 2010

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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