El nuevo espíritu que animaba amplios sectores de la Acción Católica originó el así llamado «apostolado social», inspirado en el eslogan «llevar Cristo al mundo». Partía de la premisa de que, pese a algunas manchas, el mundo moderno era fundamentalmente bueno y avanzaba hacia tiempos mejores. En vez de hostilizarlo la Iglesia debería abrazarlo.
La palabra de orden era «encarnarse». Los militantes de la Acción Católica debían «encarnarse» en el mundo moderno. Particularmente buscados Para «encarnarse» eran los ambientes donde el espíritu moderno soplaba con más fuerza: las escuelas artísticas de vanguardia, los locales juveniles más de moda, los partidos políticos progresistas, el mundo proletario y sindical. Abandonando las normas de prudencia que regulaban la conducta de los miembros de las asociaciones laicales, los militantes de Acción Católica comenzaron a frecuentar ambientes hasta entonces off-limits para un católico practicante. Con el fin de mimetizarse con tales ambientes, comenzaron también a cambiar de actitud, adaptándose a la moda en el vestuario, en el lenguaje, en los gustos, en los hábitos.
Escribe Plinio Corrêa de Oliveira: «Se comenzó a manifestar un espiritu de concesión ilimitada frente a las nuevas modas y a las nuevas costumbres. Todo justificado con la obligación de hacer apostolado en tales ambientes, cuya frecuentación la Teologia Moral declaraba vedada a todo católico que no quisiera poner en riesgo la dignidad sobrenatural que le confiere el Bautismo,
Esta enorme revolución en el campo de las tendencias provocó una revolución en el campo de las ideas. La febril exposición al mundo moderno transformó vastos sectores de la Acción Católica en terreno fértil para toda especie de teorías y prácticas peligrosamente innovadoras. Incautamente inmersos en el mundo de la izquierda, muchos militantes de Acción Católica fueron abandonando las propias convicciones, adoptando una mentalidad marxista centrada en la lucha de clases.
Esta dinámica se evidenció particularmente en los movimientos obreros Queriendo «encarnarse» en el mundo proletario, muchos militantes de Acción Católica comenzaron a participar de luchas sindicales junto a la izquierda socialista y comunista. Lo mismo sea dicho para los ambientes universitarios, donde la izquierda política en contró en los militantes de Acción Católica nuevos y válidos aliados
Plinio CORRÊA DE OLIVEIRA, Em defesa da Ação Católica, pp. 15-16
