si ante la indiferencia religiosa generali- zaday la crisis de la doctrina queréis que vuestra fe siga siendo sólida y vigorosa hace falta alimentarla con una vida de oración asidua, humilde y confiada. Per- severad y seguid siendo modelos y maestros de oración: <Que vuestras jornadas estén marcadas por los tiempos de oración, durante los cuales, a ejemplo de Jesús, debéis dedicaros al diálogo regenerador con el Padre. Sé que no es fácil mantenerse fieles a estas citas diarias con el Señor, sobre todo hoy que el ritmo de la vida se ha vuelto frenético y las ocupaciones son cada vez más absorbentes, Con todo, debemos convencernos de que los momentos de oración son los más importantes de la vida del sacerdote, los momentos en que actúa con más efica- cia la gracia divina, dando fecundidad a su ministerio. Orar es el primer servicio que es preciso prestar a la comunidad. Por eso, los momentos de oración deben tener una verdadera prioridad en nuestra vida>
Desde lo más hondo de nuestros corazones (Mundo y Cristianismo) Sarah, Cardenal Robert
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