Pedid constantemente al Señor que unifique vuestra vida. El trabajo y la oración, lejos de darse la espalda, han de sostenerse mutuamente. Si interiormente no permanecemos en comunión con Dios, no somos capaces de dar nada a los demás Debemos redescubrir continuamente que Dios es nuestra prioridad. <Ser ordenado sacerdote, afirmaba Benedicto XVI, significa entrar de modo sacramental y existencial en la oración de Cristo por los «suyos». De ahí deriva para nosotros los presbíteros, una vocación particular a la oración […]. El sacerdote que ora mucho, y que ora bien, se va desprendiendo progresivamente de sí mismo y se une cada vez más a Jesús, buen Pastor y Servidor de los hermanos>. Sin la fe y la oración, el celibato sacerdotal sería como una casa edificada sobre arena, que se derrumba cuando llega la tempestad, Sin la oración y sin una fe viva, :cómo se puede comprender y vivir gozosamente el celibato sacerdotal?
Desde lo más hondo de nuestros corazones (Mundo y Cristianismo) Sarah, Cardenal Robert
