releamos las palabras llenas de profundidad de Benedicto XVI: <San Pablo llama a Timoteo T
en él al obispo, y en general al sacerdote (1 Tm 6, 11). La misión fundamental del sacerdote consiste en llevar a Dios a los hombres. Ciertamente, solo puede hacerlo si él mismo viene de Dios, si vive con Dios y de Dios [..]. La Iglesia []. ha visto con razón la explicación de lo que significa la misión sacerdotal siguiendo a los Apóstoles, en comunión con Jesús mismo. El sacerdote puede y debe decir tam- bién hoy con el levita: Dominus pars hereditatis meae et calicis mei. Dios mismo es mi lote de tierra, el fundamento externo e interno de mi existencia. Esta visión teocéntrica de la vida sacerdotal es necesaria precisamente en nuestro mundo totalmente funcionalista, en el que todo se basa en realizaciones calculables y comprobables. El sacerdote debe conocer realmente a Dios desde su interior y así llevarlo a los hombres: este es el servicio principal que la humanidad nece- sita hoy. Si en una vida sacerdotal se pierde esta centralidad de Dios, se vacía progresivamente también el celo de la actividad. En el exceso de las cosas ex- ternas, falta el centro que da sentido a todo y lo conduce a la unidad. Falta allí el fundamento de la vida, la «tierra» sobre la que todo esto puede estar y prosperar
Desde lo más hondo de nuestros corazones (Mundo y Cristianismo) Sarah, Cardenal Robert
Misa en la cima del monte Kilimanjaro
