Usado abusivamente por los católicos liberales, el término «libertad» se convirtió en una de aquellas «palabras talismán» de que habla Plinio Corrêa de Oliveira, susceptibles de ser fuertemente radicalizadas.
Los católicos liberales reclamaban libertades siempre más amplias hasta alcanzar posiciones francamente libertarias. Leemos en L’Avenir: «La libertad debe ser para todos y entera para cada uno. (…) Libertad total, absoluta de opinión, de doctrina, de conciencia y de culto (…) todas las libertades civiles, sin privilegio y sin restricción»‘
Este tipo de libertad sin restricción provocaría la disgregación de las estructuras políticas vigentes. Afirmando que «todo interés particular tiene el derecho al autogobierno», L’Avenir soñaba con una radical descentralización de los poderes administrativos y políticos, fraccionados en miríadas de pequeños entes locales gestionados con la democracia directa. Nada más lógico: la coherencia democrática exigía que, después de haber destronado al Rey, fuesen destronados tambien todos los «reyes» en la sociedad
In C. CONSTANTIN, DTC, col. 527, s.v. «Libéralisme catholique»
