¿Somos prisioneros del tiempo o constructores de él?



Si el tiempo fluye constantemente y el presente se nos escapa sin cesar, cestamos entonces atrapados en una cárcel invisible? ¿Somos rehenes de un destino inevitable, empujados por una corriente que no podemos detener? O, por el contrario, itenemos alguna capacidad para influir en este torrente, para darle forma, para dotarlo de sentido?

La respuesta comienza en el reconocimiento de nuestra conciencia como centro de libertad. A diferencia de una hoja arrastrada por el río, el ser humano no solo flota: piensa, elige, desea, decide. Somos conscientes del tiempo precisamente porque no estamos determinados del todo por él. Podemos mirar atrás con memoria, proyectarnos hacia adelante con esperanza y, en el presente, optar por un camino entre muchas posibilidades.

Decía Viktor Frankl, psiquiatra y sobreviviente del Holocausto: «Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un con-
unto de circunstancias», En medio del devenir constante del tiempo, conservamos esa libertad:
la libertad de responder, de orientar nuestra vida hacia el bien, la verdad y la belleza, o bien hacia la evasión, la indiferencia o la autodestrucción.

En ese sentido, no somos meros prisioneros del tiempo. .estamos dentro de él. No podemos escapar de su curso ni detenerlo. Pero sí podemos decidir cómo habitarlo, y eso lo cambia todo. Somos, en cierta medida, arquitectos de nuestro tiempo interior. Lo llenamos o lo vaciamos, lo consagramos o lo desperdiciamos. Cada segundo se convierte en ladrillo de eternidad o en arena que se escurre.

Así, el tiempo deja de ser solo un enemigo o una amenaza.Se convierte en un regalo, en una misión, en un campo de batalla donde se juega lo eterno. Porque si bien no podemos alargar los días, sí podemos ensanchar su significado.

Contra el Tiempo: La Batalla por la Eternidad. Toro, William

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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