Desde la razón natural y la filosofía, podemos intuir



Si todo lo que existe está sometido al cambio -y el cambio es lo que da origen a la percepción del tiempo, entonces el ser supremo, si es perfecto y no cambia, no puede estar en el tiempo.
Santo Tomás de Aquino desarrolló este pensamiento con precisión: «El tiempo es la medida del cambio. Pero en Dios no hay cambio alguno. Luego, no hay en Él tiempo.»

Este argumento nos ofrece una vía indirecta pero poderosa para pensar en la existencia de Dios:

Si el tiempo comenzó (como hoy afirman incluso los modelos cosmológicos más aceptados),

y si nada puede comenzar por sí mismo,

entonces debe existir un principio atemporal que lo haya originado.

Ese principio, necesario, eterno, incausado, es lo que los creyentes llamamos Dios.

Por tanto, Dios no solo está más allá del tiempo: Él lo sostiene. El tiempo no limita a Dios; más bien, es el tiempo el que tiene sentido porque hay un Dios que lo transciende

Suma Teológica, I, q.10, a.2.

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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