El Renacimiento no fue una época normal. Fue una explosión de cuanto de bueno y de malo tenía el alma humana; un período en que lo que acontece no puede medirse por el rasero de la honorabilidad y del deber (…).Alejandro VI fue Papa en la época de mayor fermentación del Renacimiento. Y, además, el Renacimiento continuó después de su muerte, siendo sus enemigos los grandes personajes del tiempo, con poetas cronistas en sus Cortes, con historiadores a sueldo que escribían de los hechos pasados como pretexto para disertar sobre las ideas del presente.
Los actos del Papa, ya falseados en su época, sirvieron de base para las más exageradas acusaciones posteriores. Tratándose de él, toda hipótesis fue fácilmente admitida como hecho cierto; todo lo inconcebible fue creído y propagado; toda impostura fue acogida. Los «rumores» que inventaron el interés bastardoo la agitada fantasía fueron reproducidos como verdades indiscutibles (…).En
realidad, si una parte de ella se formó en vida de Alejandro VI, la mayor parte se fue creando después, empezando las nuevas calumnias en el Pontificado de Julio II, o sea durante el gobierno de sus enemigos. Es la historia de Robespierre escrita por la reacción inmediata que sobrevino a su muerte. Es comno si se escribiera la historia de Napoleón tomando los hechos de las gacetas inglesas de su tiempo. Es la historia de Catalina hecha sobre los discursos de Cicerón
Orestes Ferrara
Alejandro VI (* Játiva, Valencia, 1 de enero de 1432 – † Roma, 18 de agosto de 1503) fue Papa nº 214 de la Iglesia Católica
