La mortificación debe practicarse con prudencia y discreción. Debe ser proporcionada a las fuerzas físicas y morales de cada cual, y al cumplimiento de las obligaciones de nuestro propio estado. Es importante mortificar todos los sentidos
El olfato,
soportando pacientemente olores desagradables y no teniendo inclinación desordenada a perfumes y olores agradables
