Oh Dios, que corroboraste los misterios de la fe en la gloriosa transfiguración de tu Unigénito con el testimonio de los Padres; e hiciste esclarecer maravillosamente la adopción perfecta de tus hijos en la voz que salió de la resplandeciente nube: otórganos propicio que seamos coherederos del mismo Rey de la gloria y sus compañeros en la misma.