No lo movía un ideal de fraternidad, ya que disculpaba la esclavitud que los indios practicaban con otras tribus vecinas, en sus memoriales de 1531 y 1542 proponía la introducción de hasta 4.000 africanos para que, como esclavos, trabajasen en reemplazo de los indios.
Ni se distinguió por su acción caritativa, como decía su impugnador, el padre Motolinía, en carta a Carlos V: «ni aprendió la lengua de los indios, ni se aplicó ni se humilló a enseñarles. (…) Él acá apenas tuvo cosa de religión… porque todos sus negocios han sido con algunos desasosegados, para que le digan cosas que escriba conforme a su apasionado espíritu contra los españoles mostrándonos que ama mucho a los indios y que él solo los quiere defender y favorecer más que nadie.
En lo cual acá muy poco tiempo se ocupó, si no fue cargándolos y fatigándonos. Vino (así) el de Las Casas, siendo fraile simple, y aportó a la ciudad de Tláxcala, traía tras de sí cargados 27 o 37 indios que acá Ilaman ‘tamenses’…». Como señala Díaz Araujo, no era la caridad sino la publicidad la meta que lo desvelaba. Y esto, hay que convenir que lo obtuvo ampliamente.
Primero los flamencos en 1579, y luego los hugonotes ginebrinos, los italianos, los catalanes separatistas, los franceses, los norteamericanos cuando la guerra de Cuba, los nazis alemanes para perseguir al cristianismo y los stalinistas rusos y socialistas mexicanos, han reeditado una y mil veces sus hispanófobas obras. «Este es el hecho capital en la exaltación póstuma de Las Casas -afirma Menéndez Pidal. Cuando en España el Obispo tras su larga vejez de ineficacia, había caído en un respetuoso olvido, en el extranjero los bucaneros y los filibusteros que ambicionaban las riquezas de América, los holandeses que luchaban por su independencia, y todos los combatientes frente a la contrarreforma católica, levantaron sobre sus hombros al <Reverendo Obispo Don Fray Bartolomé de Las Casas o Casaus> y le dieron una internacional fama de difamación que no tiene otra igual en la historia.
La ansiosa apetencia de publicidad que aquejaba al Obispo-fraile podía estar satisfecha»
ENRIQUE DÍAZ ARAUJO, Las Casas visto de costado (Carta de Motolinía a Carlos V del 2/1/1555), cap. II
RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL, op. cit., 323
Fray Bartolomé viendo gustoso su ficha de a len
