Evangelio según san Mateo, 9: 1- 8 Subió Jesús en una barquilla, atravesó el lago y llegó a la ciudad. Presentáronle aquí a un hombre paralítico postrado en cama: y Jesús al verle, le dijo: «confia, hijo, tus pecados te son perdonados». Entonces algunos de los fariseos dijeron en su interior: «este hombre blasfema». Y como viese Jesús los pensamientos de ellos, les dijo:»• Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué cosa es más fácil decir, te son perdonados tus pecados, o levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, dijo entonces al paralítico: levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa» Y se levantó y se fue a su casa. Las turbas al ver este prodigio, se llenaron de temor y dieron gracias a Dios, que dio tal poder a los hombres.(vv. 1- 8)
Se lee en el profeta: Yo soy el que borro todas vuestras maldades ( Is 43,25 ). Apoyados en
estas palabras los escribas, que miraban a Jesús como a un simple hombre y no comprendían las palabras de Dios, acusaron a Jesús del crimen de blasfemia. Pero Jesús, que comprendía sus pensamientos se muestra como Dios y les dirige las siguientes palabras, que traducen perfectamente su silencio: Con el mismo poder con que penetro vuestros pensamientos puedo perdonar a los hombres sus maldades; comprended ahora cuanto hice con el paralítico. De aquí se deduce como consecuencia lo que dijo Jesús, que al ver las intenciones de los escribas, exclamó:»: Por qué pensáis mal en vuestros
corazones?»
San Jerónimo
