Sé cuán pernicioso sería para mí el silencio. No pretendo pasar estos tiempos borrascosos en los honores eclesiásticos; pienso que he de dar cuentas de las ovejas a mí confiadas por Cristo, Príncipe de todos los pastores. No puedo callar ni fingir ignorancia
SAN AGUSTÍN. Carta 23, 6.
