en la pantalla lo repetitivo hastía: invita a cambiar el canal. Mujeres que son mujeres y hombres que son hombres, como cualquier otro, cansan. La cultura posmoderna es una cultura de la diferencia: exalta la anormalidad, el desvío, la extravagancia. Podría decirse que los que se salen de la norma se volvieron, paradójicamente, la norma. Que eSO ocurra en televisión es comprensible Nadie quiere ver al hombre común en la pantalla, y este solo aparece, en todo caso, cuando le ha sucedido algo fuera de la norma (ha ganado la lotería, se ha convertido en un asesino en serie o ha violado a un menor). Pero que lo mismo ocurra en la política hace volar por los aires las categorías con las cuales entendíamos nuestros sistemas SUS principios de legitimidad. La televisión transforma la política, y no al revés, se dijo más arriba.
Esto no es una excepción La pantalla es tann pasado a determinar la realidad O, visto de otra manera, poderosa ha que ha logrado ocultar que detrás de ella no hay nada. De eso va el simulacro
Si en ella queremos diferencia, minorías y sujetos que se aferran a la norma de salirse de la norma, ipor qué en política habríamos de solicitar algo distinto?
