los doctores de la Iglesia son unánimes en este punto. En la víspera de la Revolución de 1789,
el gran doctor de la moral, san Alfonso de Ligorio, tiene el mismo lenguaje que san Agustín:
Un particular se salvará observando la ley divina; un rey, para salvarse, debe observarlas y
hacerlas observar por los sujetos, es decir reformar las malas costumbres y extirpar los
escándalos. El debe cumplir este deber con valor y sin conmoverse por la contradicción. […] No
deben pues dudar en rechazar de su reino todo predicador de impiedad, ni de agarrar hasta las
fronteras las obras infectadas de malas doctrinas. Ese es su imperioso deber, y es por no haberlo
cumplido que los príncipes han perdido su corona
San ALFONSO DE LIGORIO, Fedelta dei Vassali junio de 1777, citado por Agustin BERTHE C.SS.R., Saint Alphonse de Liguori, 1696-1787, París, Reteaux, t.2, p. 440-441
