Vivimos en un mundo donde es casi imposible escapar a la tecnología. Por eso, es más que necesario reflexionar sobre esta variable que ha irrumpido en nuestras vidas y las está condicionando de una manera única. La tecnologia no es algo neutro en sí, por lo que su carácter ético no depende solamente del contenido. Hay algo más profundo aún. <El medio es el mensaje>, decía certeramente Marshall McLuhan en 1964, es decir, la clave no está tanto en el contenido, sino en el medio que lo transmite. En ese sentido, la discusión debe ir más allá del contenido o de la <democratización del conocimiento> que nos trajo el internet, por ejemplo, y reflexionar sobre cómo las nuevas tecnologias (los nuevos <medios>) están influyendo en la manera de actuar, de pensar y de vivir, en el control y la manipulación, en las emociones y en todo aquello que significa ser humano. ¿Nos ayudan a ser más humanos o existe un riesgo real de deshumanizarnos cada vez más? El celular, por ejemplo, es un aparato tecnológico culmen de décadas de investigación y que nos ha facilitado enormemente las comunicaciones. Pero tiene sus graves peligros, no tanto o solamente por el contenido que pueda transmitir, sino por cómo está modificando las relaciones sociales y aislándonos los unos de los otros: lo que nos comunica, paradójicamente nos desconecta y aísla
Marshall McLuhan, Comprender los medios de comunicacion: las extensiones del ser humano (Barcelona: Paidós, 2009), cap. 1
Apaga el celular y enciende tu cerebro. Muñoz Iturrieta, Pablo
