Sobre el Espíritu Santo
Se han reunido asimismo abundantes testimonios, utilizados por los que antes que yo han escrito acerca de estas materias, en los que se prueba que el Espíritu Santo es Dios y no criatura. Y si no es criatura es no sólo Dios (pues los hombres son también llamados dioses) (Sal. 82, 6), sino Dios verdadero. Por consiguiente, igual en todo al Padre y al Hijo, consubstancial y coeterno en la unidad de la Trinidad
Que el Espíritu Santo no es criatura, lo demuestran sobre todo aquellas palabras de la Escritura donde se nos manda servir al Criador (Rm. 1, 25) y no a la criatura, y no a la manera como se nos manda ayudarnos mutuamente (Ga. 5 13), con caridad, en griego douleuein, sino como se nos preceptúa adorar a Dios con culto de latría, latreuein en griego. Por eso a los adoradores de falsos númenes se les llama idólatras. Y, según esta servidumbre, se dije: Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo servirás (Dt, 6, 13). El texto griego es más explícito, pues usa la palabra latreúseis.
Si se nos prohíbe servir a la criatura con esta esclavitud, pues está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo servirás, y el Apóstol detesta a los que adoran y sirven a la criatura antes que al Criador, no es criatura el Espíritu Santo, pues en expresión del mismo Apóstol, todos los santos le sirven y adoran. Porque la circuncisión, dice, somos nosotros, los que servimos al Espíritu de Dios (Flp. 3, 3); en griego latreúontes. Muchos códices latinos leen: Los que servimos al Espíritu de Dios; y los griegos, todos o casi todos. En algunos ejemplares latinos se encuentra esta variante: Los que servimos en el espiritu de Dios, en vez de: Los que servimos al Espíritu de Dios.
Pero los que yerran en esto y rehúsan doblegarse ante el peso de la autoridad, por ventura encontrarán la más ligera variante en los códices del texto siguiente: Ignoráis que vuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios? No será una insigne necedad y un gran sacrilegio afirmar que los miembros de Cristo son -en su sentir– templo de una criatura inferior a Cristo? En otro lugar dice el Apóstol: Vuestros cuerpos son miembros de Cristo. Si, pues, los miembros de Cristo son templo del Espíritu Santo, no es criatura el Espíritu Santo; porque desde el momento en que nuestros cuerpos se transforman en morada del Espiritu Santo, es menester que le rindamos el homenaje debido a Dios, y que en griego se llama latreia, latría. De ahí que, consecuente, dice: Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo (1Co. 6, 19 15, 20)
De Trinitate. Agustín de Hipona
