Cambié la palabra “amor”, por ”cristiano”. Y leí entonces:
“El cristiano es paciente y muestra comprensión. El cristiano no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad»