
Se quedó encerrado en sí mismo como si no le interesara la pregunta. Pero como yo insistiera casi cruelmente, empezó a contarme con una sencillez encantadora:
cuando era joven y estaba en el pecado, lo vi por primera vez. Me parecía estar echando como un holgazán a lo largo de un gran camino. Desde el fondo, a lo lejos, vi adelantarse un grupo. Llevaban banderas y la gente cantaba. Adelante de todos estaba Jesús. !Qué hermoso aparecía! Todavía lo veo aquí dentro -y se llevaba la mano a la frente-. Un hombre majestuoso. Los ojos… !oh, los ojos no sé describirlos! Y un largo vestido blanco le caían hasta los pies sin estorbarlo. Lo miré fijamente y Él también me miró mandándome que lo siguiera agregándome al grupo. !Cosa que hice de un buen grado!
sobre Fray Claudio Granzotto
Más allá del Arte (Epifanio Urbani)