Evangelio según san Mateo, 7: 6- 6 «No déis lo santo a los perros, ni arrojéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las huellen con sus pies y volviéndose contra vosotros los perros os despedacen». (v. 6)
Había mandado el Señor, antes de ahora, amar a los enemigos y hacer bien a los que nos aborrecen y hacen mal; y para que los sacerdotes no piensen que también deben concederles las cosas divinas, les advirtió sobre estanidea, diciendo: «No déis lo santo a los perros», como si dijese: «Os he mandado amar a vuestros enemigos y hacer bien a los que os perjudican con vuestros bienes materiales». Pero no con vuestros bienes
espirituales, porque vuestros enemigos son iguales a vosotros en cuanto a la naturaleza, no en cuanto a la fe. Dios concede los beneficios terrenos lo mismo a los dignos que a los indignos, pero no así las gracias espirituales.
Pseudo- Crisóstomo, opus imperfectum in
Matthaeum, hom. 17
