Laclau y Mouffe plantean la hegemonía con la forma de una cadena, donde cada eslabón es una identidad diferencial que queda anudada (articulada) a otra identidad diferencial.
El enlazamiento de los eslabones es posible gracias a una operación discursiva que vuelve equivalentes elementos diferentes: entre el campesino que <no puede seguir trabajando la tierra> por la <expulsión del terrateniente>, el obrero que no puede <realizarse en su trabajo> por la <explotación del cªpitâlista>, la mujer que no puede <desplegar sus potencialidades> por la <sujeción del pątriārcädo>, el n3gr0 que no puede <vivir su vida> a causa del <rªcysmo del blânco>, y el indígena que <no puede practicar sus costumbres ancestrales> por la <colonización
de la cvltura occydental>, puede generarse una
equivalencia a partir de un discurso ideológico (en el sentido de Minogue) que presente a todos estos casos como, por ejemplo, <oprimidos por el sistema cªpitâlista>: hete aquí la construcción de su equivalencia en tanto que <oprymi2>.
¿Qué tienen en común todos ellos? Pues <ser oprimidos>. Así, cada eslabón de la cadena (<obrero>, <campesino>, <mujer>, <n3gr0>, <indyg3na>) mantiene, en su articulación con los demás, parte de su identidad particular, pero otra parte se ve modificada precisamente por la operación de articulación: hay una claudicación
parcial de la identidad, pero nunca su total
anulación. En lo que se vuelven equivalentes las
diferencias en el interior de la cadena, en este caso, es en su referencia a aquello a lo que se oponen: <el sistema cªpitâlista>, <el pątriārcädo>, <la cultura occidental>, o lo que se quiera. ¿Pero cómo se determina que <el sistema cªpitâlista>, por ejemplo. es el que está en la base del malestar de estos grupos? Aquí se llega al punto decisivo. En una situación como la descrita, para haber hegemonía, es necesario que un discurso particular pase a representar la cadena de identidades como tal. En otras palabras, que domine culturalmente (hegemónicamente) a los distintos eslabones; que ella sea la que termine instituyendo la visión de conjunto. En este ejemplo, un discurso s0ciªlista bien podría hegemonizar al obrero, al campesino, a la mujer, al n3gr0 y al indíj3na, presentándose como la alternativa radical al <sistema capytalista‣ que a todos ellos <opryme>
Esta es precisamente la estrategia zocialysta venidera que está en el mismo título de la obra analizada, y que hoy, de hecho, se implementa a pie juntillas por las nuevas izquierdas. De lo que se trata en definitiva es de incursionar en los antagonismos no necesariamente económicos, para hegemonizar distintas luchas e identidades en torno a un mismo discurso izquierdizante. Y, ahora sí, la hegemonía es, en pocas palabras, una relación a través de la cual un contenido particular asume la función de representar un conjunto de identidades particulares que, en virtud de antagonismos sociales, no pueden realizarse en su actual situación
AGUSTÍN LAJE. LA BATALLA CULTURAL REFLEXIONES CRÍTICAS PARA UNA NUEVA DERECHA
