El demonio no se venga haciendo bien a los que le ultrajan, sino haciéndoles daño
Evangelio según san Mateo, 9: 35- 38 Y recorría Jesús todas las ciudades y castillos enseñando en las sinagogas, y predicando el Evangelio del reino, y curando todo género de dolencias y de enfermedades. Y al ver a las muchedumbres, se compadeció de ellas por lo maltratadas y agobiadas de males en que estaban; estaban como las ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «Ciertamente la mies es mucha; pero los operarios pocos. Rogad al Señor de la mies, que envíe operarios a su mies». (vv. 35- 38)
El Señor quiso refutar con sus acciones la acusación de los fariseos cuando decían: «En nombre del príncipe de los demonios, arroja a los demonios», pues el demonio no se venga haciendo bien a los que le ultrajan, sino haciéndoles daño. Y el Señor hace lo contrario; puesto que no castiga, ni aun increpa a los que le afrentan y ultrajan, sino que los colma de beneficios, por eso se dice: «Y recorría Jesús todas las ciudades y castillos»: en cuyo proceder nos enseña, no a devolver a una acusación otra acusación, sino a responder con beneficios. Aquel que después de ser acusado, deja de hacer el bien, da a entender que hace el bien por el aplauso de los hombres, pero si hiciéremos constantemente el bien a nuestros semejantes, sean quienes quieran, tendremos una grandísima recompensa
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,2
