2-2 q:145 a.3; In Sent. 2 d.21 q:l a.3; In Ethic. 1 lect.5; & lect. 2.3.
Objeciones por las que parece que no es adecuado dividir el bien en honesto, útil y deleitable
1. Como dice el Filósofo en I Ethic. 28 el bien se encuentra en los diez predicamentos. Pero lo honesto, útil y deleitable puede ser encontrado en uno sólo. Por lo tanto, no es adecuado dividir el bien en éstos.
2. Más aún. Toda división se hace por opuestos. Pero estos tres no parecen ser opuestos, pues lo honesto es deleitable y nada deshonesto es útil (sin embargo, debería serlo, si la división se hiciera por opuestos para que se opusiera lo honesto a lo útil). Esto mismo dijo Tulio en el libro De officiis 29. Por lo tanto, tal división no es adecuada.
3. Todavía más. Donde hay uno porque hay otro, sólo hay uno. Pero lo itil no es bueno a no ser porque también es deleitable y honesto. Por lo tanto, lo útil no debe dividirse por opuesto a lo deleitable y honesto,
En cambio está el hecho que Ambrosio en el libro De officiis utiliza esta división de bien.
Solución. Hay que decir: Parece que esta división propiamente es la del bien humano. Sin embargo, si se considera la razón de bien de forma más elevada y universal, encontramos que esta división propiamente corresponde al bien en cuanto bien. Pues el bien es algo en cuanto es apetecible y es fin de la tendencia del apetito. El fin de la tendencia del apetito puede ser considerado en su comparación al movimiento del cuerpo fisico. El movimiento del cuerpo fisico termina definitivamente en lo último; y en su marcha a lo último, también termina de alguna manera en los puntos intermedios, y éstos son llamados términos en cuanto que en ellos termina una parte del movimiento. El último término tiene que ser entendido bajo dos aspectos:
1) Uno, como aquello a lo que uno se dirige, como puede ser un lugar a una forma;
2) otro, como reposo en aquello Así, lo que es apetecido como medio para conseguir el fin último de la tendencia del apetito, se llama útil; y lo que es apetecido como fin último de la tendencia del apetito, se llama honesto, por- que se llama honesto a aquello que es apetecido por lo que es. Aquello en lo que termina la tendencia del apetito, es decir, la consecución de lo buscado, es el deleite.
Respuesta a las objeciones:
1. A la primera hay que decir: El bien en cuanto es uno con el ser se encuentra en los diez predicamentos. Pero, atendiendo a su concepto propio, le corresponde esta división.
2. A la segunda hay que decir: Esta división no se hace por realidades opuestas, sino por conceptos opuestos. Sin embargo se llama deleitable a lo que no tiene más razón de ser apetecido que el placer, aunque a veces sea perjudicial y deshonesto. Se llama útil a lo que no tiene por qué ser apetecido, pero que conduce a otra cosa, por ejemplo una medicina amarga. Se llama honesto a lo que en sí mismo contiene el porqué del deseo.
3. A la tercera hay que decir: El bien no se divide en estos tres de forma unívoca, sino análoga con proporcionalidad. Pues primero se dice de lo honesto; segundo, de lo deleitable; tercero, de lo útil.
C.6 n.2 (BK 1096a19): S. Th. lect.6 n.
De Officiis, 1,2 c.3 (DD 4,463).
L.1 c.9: ML 16,35.
CICERÓN
Se ofrece aquí una división que alcanza gran importancia a la hora de valorar la moralidad de los actos humanos. Si se considera el bien en su condición de ser, se divide en diez predicamentos, como todas las cosas; pero si se atiende formalmente a su cualidad de bien, se divide en honesto, útil y deleitable (ad 1). No es una división unívoca, sino proporcionalmente análoga, de suerte que el contenido del bien se predica primera y principalmente del honesto (ad 3). Honesto no hay que entenderlo como la condición de ser conforme a las reglas morales (cf. 1-2 q.18), e.d. como contrapuesto a dehonesto (cf. ad 2). Honesto se dice aqui del bien que <se desea por sí mismo y por ello es meta y límite áltimo del movimiento apetitivo> (cuerpo).
Summa theologiæ, Thomas Aquinos
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