Evangelio según san Mateo, 10:34-36 «No creáis que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la espada, porque yo he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y la nuera de su suegra, y serán enemigos del hombre sus mismos domésticos». (vv. 34-36)
Pues ¿cómo les mandó que diesen la paz las casas donde entrasen? ( Mt 10,12; Lc 10,5 ) Pues cómo los ángeles dijeron: «Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres en la tierra ( Lc 2,14 )? Aquí se manda la paz como el supremo remedio para evitar todo lo malo y alejarse de todo lo que produce la división, pues con sólo la paz se une la tierra con el cielo.
Por eso el médico, a fin de conservar el cuerpo, corta lo que tiene por incurable. Y una horrorosa división fue causa de que terminara en la torre de Babel la paz infernal que allí había ( Gén 11 ). Y San Pablo dividió a todos los que se habían unido contra él ( Hch 23), porque no siempre la concordia es buena y los ladrones también se unen. No es del propósito de Cristo este combate, sino de sus enemigos
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35, 1
