La índole de los conceptos políticos
Los conceptos son criaturas que, como cualquier otra, nacen, crecen y mueren Nacen no solo para dar cuenta de las cosas, sino también para que se realicen determinadas acciones con ellos. Crecen cuando logran cumplir con su cometido y mueren cuando dejan de hacerlo. Nuestro lenguaje está vivo. La vida es la fuente experiencial de los conceptos, y los conceptos hacen de la vida una experiencia inteligible y comunicable
Nacer, crecer y morir son operaciones enmarcadas en el tiempo. Toda criatura nace, crece y muere, porque toda criatura está sujeta al tiempo. Sin embargo, no toda criatura está sujeta a la consciencia del tiempo. El tiempo se vuelve historia solamente cuando se inscribe en los procesos humanos. Los conceptos políticos y sociales, muy especialmente, contienen historia en la medida en que dan cuenta e incluso inciden en esos procesos. Nacen, se desarrollan, cambian y mueren en torno a ellos. La importancia histórica de los conceptos políticos y sociales se advierte con toda claridad al constatar que ninguna historia política o social es posible sin referirse sistemáticamente a aquellos cómo hacer una historia política, por ejemplo, sin conceptos como poder, gobierno, Estado, régimen, pueblo, democracia, república, monarquía, aristocracia, etcétera? Pero cómo hacer una historia conceptual sin que haya, de hecho, una realidad extralingüística a la que referir esos conceptos?
Los conceptos políticos se articulan con realidades extralingüísticas vividas por los actores políticos. Estos últimos comparten esa realidad, pero pueden hablar sobre ella de distintas maneras y forjar diversas interpretaciones. De ello resulta que los conceptos políticos sean polémicos por definición. En efecto, admiten una pluralidad de voces que colisionan en el establecimiento de un significado unívoco que nunca logra estabilizarse por completo. La contingencia intrinseca lo político es la contingencia de SU lenguaje. ¿Qué es el pueblo? ¿Qué es la soberania? ¿Qué es la libertad?s, y asi sucesivamente.
Los actores políticos no solo se ven obligados a luchar políticamente por medio de conceptos políticos, sino que los mismos conceptos son a menudo un fin manifiesto de la lucha política. Establecer los contenidos de los conceptos por medio de los cuales se interpreta y se comunica la política constituye uno de los más importantes objetivos en toda lucha por el poder.
En su Política, Aristóteles reconoce en el lenguaje un fundamento de la naturaleza política del hombre. El hombre es un zoon politikon, o sea, un <animal político>; está determinado por su naturaleza para realizar plenamente su vida en el marco de una comunidad política. LO que diferencia radicalmente a este animal político – el hombre de otros animales, que no son políticos, es que el hombre cuenta con la palabra, mientras que los otros, como mucho, apenas tienen voz:
La voz es una indicación del dolor y del placer [.. ]. En cambio, la palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio de los humanos frente a los demás animales: poseer, de modo exclusivo, el sentido de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, y las demás aspiraciones
John Langshaw Austin, Cómo hacer cosas con palabras (Barcelona: Pai dós, 1988), <Conferencia I, pp. 41-52
Aristóteles, Política, 125 3a
Globalismo, ingeniería social y control total en el Siglo XXI. Agustín Laje
