Archivo de categoría: Jerónimo

Evangelio según san Mateo, 10:11-15 «En cualquier ciudad o villa en que entrareis, preguntad qué persona digna se encuentra en ella, y permaneced en ella hasta vuestra marcha. Saludad, al entrar en la casa, con las palabras: La paz sea en esta casa. Y si efectivamente fuere digna aquella casa, vuestra paz vendrá sobre ella,Sigue leyendo «Ave»

Evangelio según san Mateo, 10:9-10 «No queráis poseer en vuestros cintos oro, ni plata, ni dinero: no llevéis en vuestros viajes alforja, ni dos túnicas, ni calzado, ni báculo, porque el operario merece que se le alimente». (vv. 9-10) Con las palabras «ni alforja para el camino» confunde a los filósofos conocidos vulgarmente con elSigue leyendo «¿Para qué necesitan la defensa del báculo los que están protegidos por Dios?»

Evangelio según san Mateo, 10:9-10 «No queráis poseer en vuestros cintos oro, ni plata, ni dinero: no llevéis en vuestros viajes alforja, ni dos túnicas, ni calzado, ni báculo, porque el operario merece que se le alimente». (vv. 9-10) San Jerónimo Aquel que prohibió las riquezas representadas por el oro, la plata y el cobre,Sigue leyendo «Dirigidos por la divina Providencia»

Por amor a la ganancia Evangelio según san Mateo, 10:9-10 «No queráis poseer en vuestros cintos oro, ni plata, ni dinero: no llevéis en vuestros viajes alforja, ni dos túnicas, ni calzado, ni báculo, porque el operario merece que se le alimente». (vv. 9-10) Porque si ellos al predicar no reciben salario, demás está elSigue leyendo «Por amor a la ganancia»

San Jerónimo En sentido figurado se nos manda a nosotros, que somos tenidos como cristianos, el que no vayamos por el camino de los gentiles o de los herejes y puesto que estamos lejos de ellos por nuestras creencias, lo estemos también con nuestra Evangelio según san Mateo, 10: 16- 18 «Mirad yo os envíoSigue leyendo «Sin desviarse a la izquierda ni a la derecha»

Evangelio según san Mateo, 10: 11- 15 «En cualquier ciudad o villa en que entrareis, preguntad qué persona digna se encuentra en ella, y permaneced en ella hasta vuestra marcha. Saludad, al entrar en la casa, con las palabras: La paz sea en esta casa. Y si efectivamente fuere digna aquella casa, vuestra paz vendráSigue leyendo «A fin de que no fuese comprometida la dignidad apostólica»