Las distracciones en general son pensamientos o imaginaciones extrañas que nos impiden la atención a lo que estamos haciendo. Existen varios remedios:
No impacientarse, y estar decidido a luchar, sabiendo que aún si no logramos estar plenamente libre de ellas, Dios valora enormemente nuestros esfuerzos.
Leer, fijar la vista en el sagrario o en una imagen expresiva, entregarse a una oración afectiva, con frecuentes coloquios, etc.
Buscar lugares adecuados y silenciosos; dedicar un tiempo en que no se esté muy disperso y adoptar una postura adecuada.
Tratar de mantener un espíritu de recogimiento durante todo el día.
